La Catedral de Santiago de Chile: estudio monográfico

En 1548 la iglesia aún estaba por terminarse. Entonces, por real cédula de 8 de agosto del mismo año, el gobierno de España autorizó al gobernador de Chile para gastar en terminarla 6.000 pesos oro. De los 12.000 pesos que hasta entonces costaba la obra, los vecinos habían dado ya 10.000; los otros 2.000 se ordenó por Valdivia ponerlos del tesoro real. Esta iglesia tenía su fachada en la actual calle Catedral, calle antiguamente llamada Bartolomé Flores, porque habitaba en ella el alemán latifundista, encomendero y molinero apellidado Blumen. La iglesia co– municaba con la plaza mediante una puerta lateral llamada "puerta del perdón", pues en ella se refugiaban los heridos de las corridas de toros que en la plaza se celebraban. • La existencia de dicha iglesia se comprueba mediante un acta del Cabildo, de Santiago, con fecha 2 de octubre de 1549. Considerando el valor que en aquel tiempo tenía la moneda, es de aventurar que en la construcción de nuestra primera iglesia mayor se empleó material de bastante buena calidad. A pesar de la calidad del material, de seguro no hubo buenos albañiles y maestros que hicieran d e él adecuado uso, y es así como ocho años después de levantarse, y ,sin pre¿sar con exactitud la causa, Ja iglesia estaba viniéndose al suelo. En esta ocasión, sacando provecho de su rápida estada en la capital, don García Hurtado de Mendoza reunió entre los vecinos 20.000 pesos oro, puso manos al trabajo de reconstrucción, constante de una sola capilla, y antes de partir para el Perú la dejó comenzada, colocando él mismo, a fines de 1560, la primera piedra. La nueva iglesia, que podemos llamar de García Hurtado de M endoza, dicen los críticos al referirse a ella, que era "muy airosa y de galana arquitectura". Que era "sin igual, quedándose en los términos de la arquitectura". Seguramente en algunas de estas .opiniones, único recuerdo que nos queda de dicho templo, ha pesado, quizás en demasía, el amor a las cosas nuestras. Debemos aclarar que es imposible obtener planos y datos sobre dimensiones de estos primeros templos, de modo que sólo los conocemos en su ubicación, orien– tación y época, lo que ya es de bastante valer. Ello se debe al hecho de no dejar constancia gráfica de las diferentes transformaciones, y también, porque al cons– truir un nuevo templo se empleaban muchos elementos, incluso estructurales, del anterior. Los planos antiguos, en su gran mayoría ya no existen. Generalmente se tenía sólo dos copias: una que se guardaba en Santiago y otra que se depositaba en los archivos peninsulares. La carencia de planos se debe, en cierto modo, a que durante el período . colonial no existían hombres capacitados para copiar y dibujarlos. En consecuencia, en la obra y construcción misma se ocupaban los planos originales, con el consiguiente deterioro de ellos. Cuando la obra era de cierta importancia se enviaba al rey una copia de los planos y del informe'. Muchas veces los planos, después de larga espéra, no eran aprobados. Refiriéndose la la iglesia levantada bajo el impulso de García Hurtado de Mendoza, dicen los cronista~ que constaba de tres· naves. La central y parte de las laterales eran de piedra blanca, y de pulida madera su techumbre y sobre– canes, así como de corpulentas trabas ricamente encolleradas. Sostenían esta es– pléndida máquina dos órdenes de arquería de fina cantería de piedra, de admira– ble simetría y proporción. Separada de la calle hoy Bandera por el solar de la familia Pirieda Bascuñán, la iglesia mayor estaba entonces limitada hacia el sur por el camposanto, donde ahora se levanta la capilla del Sagrario. El 8 de febrero de 1571, durante la vacancia de 5 años ocurrida al ilustre 12 \

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