Estación Central/Estación Mapocho : construcciones ferroviarias en Santiago

Las estaciones debían ser lo suficientemente amplias como para albergar un número importante de público y considerar, además, desde los ropajes femeninos hasta la necesidad de evacuar , en forma apropiada, el humo proveniente de la combustión del car– bón. La necesidad surgió y el mismo avance tecnológico proporcionó los medios para satisfacerla. A pesar de que el historiador Nikolaus Pevsner afirma que las primeras estaciones de ferrocarriles se estructuraron con madera (1), los diseñadores de la época se val ieron fundamentalmente del hierro y del vi– drio, materiales que se presentaban con características reno– vadas en cuanto a métodos de obtención y de producción . En definitiva, esta revolucionaria combinación fue la que resolvió, con mayor propiedad, las exigencias requeridas por la tipología naciente. Las exigencias programáticas de las estaciones de ferrocarriles fueron, de alguna manera, coincidentes con las de otros programas arquitectónicos de gran desarrollo en la mis– ma época: salas de exposiciones universales, mercados de abas– tos y bodegas de almacenamiento. De ahí que las estructuras metálicas, en combinación con el vidrio, resolvieran también estas nuevas necesidades. Rápidamente las propiedades de esbeltez, transparencia y, sobre todo, la posibilidad de prefabricar distintos tipos de elementos constructivos, hicieron del hierro un material de múltiples aplicaciones. En el corto período que va desde 1851 , en que se construyó el Palacio de Cristal que albergó la Exposición Universal de Londres, hasta fines del siglo, importantes edificios civiles y rel igiosos, puentes, galerías, patios y kioscos utilizaron hierro y vidrio co1TI0 materiales predominantes. Ambos materiales llegaron a caracterizar parte importante de la producción arquitec– tónica, especialmente industrial, de la segunda mitad del siglo XIX. 12

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