América Latina en el mundo: Anuario de Políticas Externas Latinoamericanas y del Caribe :1993-1996

72 Por ello, en el contexto de la configuración de bloques regionales no es des– mesurado calificar las relaciones europeo-latinoamericanas como particularmen– te avanzadas, ya que se basan en un diálogo institucionalizado entre agrupacio– nes de países. Ello refleja, primeramente, la consolidación de la democracia y los avances de integración en ambas regiones, que han facilitado no sólo la búsque– da de un consenso interno sino, también, hacia el exterior. Este concepto innovador surgió y fue impulsado por la UE hace ya doce años, y promovió el diálogo grupo a grupo como política exterior suí géneris de un proceso de integración. Por ello, las relaciones europeo-latinoamericanas se fun– damentan hoy no sólo en valores compartidos y una visión similar del mundo, sino también en la integración regional, el concepto de la economía de mercado y la democracia como premisas para crear un diálogo interregional. Teniendo en cuenta que la política birregional es la suma de un complejo intercambio entre numerosos actores con diferentes aspiraciones sectoriales e intereses nacionales, esta "nueva forma de diplomacia regional» conlleva una serie de dificultades. Así, ni en América Latina ni en Europa ha sido siempre fácil encontrar un consenso intrarregional sobre las políticas frente a la otra región. Y aún más difícil ha sido la búsqueda de un consenso interregional en los ámbitos de intereses comunes. El todavía no resuelto conflicto comercial del banano es un buen ejemplo para ilustrar las dificultades de un consenso intra e interregional. El diseño surgió a raíz de la aprobación, e11" de julio de 1993, de un régimen comunitario unificado de importación de banano 2 , que define nuevos aranceles y reduce la cuota de entra– da de banano procedente de América Latina al mercado europeo. Desde enton– ces, ni los latinoamericanos ni los europeos han adoptado una posición común respecto al régimen, ni se ha llegado a un consenso interregional para resolver el conflicto. En la UE, algunos Estados miembros, como Alemania y los Benelux, que importan esta fruta mayoritariamente de América Lati na, se pronunciaron en contra del nuevo régimen, porque les supone no sólo un incremento de los pre– cios del consumo interno, sino también infringir las reglas de libre comercio del CATT. Tampoco los productores latinoamericanos acordaron una estrategia co– mún. Mientras Costa Rica, Nicaragua, Colombia yVenezucla aceptaron una nue– va oferta de la UE, formulada el 14 de diciembre de 1993, que reduce los arance– les y amplía ligeramente las cuotas de importación, Ecuador, Guatemala y Pana– má rechazaron categóricamente el nuevo régimen comunitario 3 •

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