América Latina en el mundo: Anuario de Políticas Externas Latinoamericanas y del Caribe :1993-1996

141 cia de Estados Unidos en el lapso comprendido entre 1950 y 1980- envía la mitad de sus exportaciones hacia el país del norte, en tanto que el comercio exterior de éste con América Latina se ha duplicado. «Para 1991, Estados Unidos exportaba más hacia América Latina que hacia Japón»2. En consecuencia, la tasa de crecimiento de las exportaciones norteamericanas hacia Latinoamérica tripli– có la tasa de crecimiento de las exportaciones hacia el resto del mundo. Tras la actitud norteamericana, sin embargo, se oculta una motivación prag– mática y de racionalidad económica. La conformación de un gran mercado en las Américas permitiría a Estados Unidos dar salida a su producción frente a los mer– cados más protegidos de Japón y Europa. Asimismo, aprovechar sus ventajas com– parativas y sus ecdnomías de escala e incentivar las mejoras tecnológicas, que redundarán a posteriori en cambios de productividad que mejorarán su competi– tividad internacional. Simultáneamente y finalizada la guerra fría, América Latina comienza a emer– ger económicamente: disminuye sus altos niveles de inflación, reduce su deuda externa, los capitales se repatrian yel Producto Geográfico Bruto (PGB) regional comienza a crecer. Luego de varias décadas, la región ha logrado reconstruir sus economías fundándolas sobre cimientos más sólidos, con austeridad fiscal y con un adecuado manejo de sus variables macroeconómicas. Además, ha implemen– tado -salvo excepciones- procesos sostenidos de transformación política y con– sol idación democráti ca. Así, el fin de la guerra fría, la conversión democrática y la globalización e interdependencia económica en el he,-nisferio, han generado un nuevo escenario internacional en las Américas. En él se percibe una convergencia en los planos económicos -economías de mercado y necesidad rle integración- y políticos-en torno a las democracias liberales. Aquella convergencia plantea la necesidad de redefinir los lazos latinoamericanos con el país del norte en un contexto de mayor realismo y equidad. Por otra parte, la preeminencia actual de los temas económicos en la agenda internacional ha desplazado casi por completo las preocupaciones por los aspec– tos de seguridad, propios de la guerra fría. En efecto, el término de la bipolaridad mundial ha significado para América Latina la posibilidad de un nuevo diseño estratégico, que le permitiría sustraerse de los conflictos globales y que le favore– cería una inserción más autónoma en la política mundiaP. Sin embargo, aún no ·es pDSible vislumbrar una nueva agenda de seguridad interamericana, ya que la

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