América Latina en el mundo: Anuario de Políticas Externas Latinoamericanas y del Caribe :1993-1996

11 ridad regional que deben inspirar nítidamente tales esfuerzos. Por el contrario, el ordenamiento jurídico sólo puede reflejar aquellos supuestos políticos fundamen– tales. Ubicar en su verdadero contexto la dimensión jurídica e institucional es una definición estrictamente política y obedece a un proceso evolutivo que no puede estar dado de una vez, definitivamente, en el tratado inicial. Los ejemplos del Pacto Andino y del Mercado Común del Cono Sur (Mercosur), que al menos en esta materia se ubican precisamente en las antípocas, son casos y experiencias dignas de reflexión. A los juristas latinoamericanos les cuesta bastante resistir la tentación de imi– tar en estos aspectos la «construcción europea», verdadero paradigma legal e institucional. Para algunos mecanismos e instituciones, la comparación es válida no tanto por desarrollarse exitosamente en Europa, sino por razones de lógica jurídica universal, donde no son muchas ni tan eficaces otras alternativas que puedan idearse. No cabe descartar ninguna experiencia mientras nuestra imagi– nación jurídica no sea capaz de concebir formas originales mejores; tampoco limitarse a injertar otras cuando a veces las diferencias parecen ser no sólo de grado, sino de naturaleza. Lo importante es observar en América Latina los crecientes niveles de legitimi– dad política, de similitud en las políticas macroeconómicas, y contribuir a plas– mar lealtades y solidaridades que nos permitan proyectarnos como una región coherente que inspire credibilidad a los operadores económicos. En esa tarea, el papel del derecho es insustituible y suele menospreciarse o postergarse. Las reflexiones que siguen a continuación sólo pretenden ser una aproximación al tema. Provocar la inquietud sin caer en las utopías -no tan lejanas- de proponer catedrales góticas en reemplazo súbito de nuestras modes– tas e incipientes parroquias. SUPUESTOS JURíDICOS BÁSICOS Ciertos supuestos jurídicos se nos presentan como ineludibles en un proceso de integración que parta de lealtades y solidaridades claras. En este aspecto, la experiencia europea no hace sino recoger los elementos más adecuados de cohe– rencia y eficacia jurídicas propias de un tratado marco multilateral de las impli– cancias económicas y políticas inherentes a una unión aduanera y, con mayor razón, a un mercado común. Destaquemos algunos elementos:

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