Palabra dicha: estudios sobre género, identidades, mestizaje

LACREACIÓNDELASMUJERES: MIT0SDESACRIFIO0YFECUNDIDAD. Todas las sociedades hablan a través de los mitos de sus representaciones, valoraciones y sentidos. Los géneros femenino y masculino no escapana este discurso, precisamente porque ellos son productos culturales, categorías construídas en tomo a las di ferencias sexuales (que, por el contrario son biológicas). Cada grupo humano ten1atiza de una 1nanera particular su pensamiento sobre lo femenino y lo masculino, sobre lo que significa ser una mujer o un hombre y sus atributos sociales. Los relatos n1íticos parecen ser espacios estratégicos para conocer el universo de las representaciones en torno al género en los distintas comunidades humanas. La construcción simbólica de las diferencias sexuales es un dato de enorme relevancia para recorrer la gran variedad de 1nodos en que las categorías de lo femenino y de lo masculino se van hilvanando en la compleja trama de significaciones que teje la cultura. En este a1tículo presentaremos tres mit,os indígenas de An1érica relacionados con el origen de las mujeres 1 • Cada uno de ellos expresa semejanzas y diferencias que nos permitirán acercarnos al particular y poco conocido pensa1niento de algunos pueblos nativos de nuestro continente. Reflejos, pedazos y subversiones: imagenes de las primeras 1uujeres. Los Sherenté -ubicados en Brazil- sitúan el origen de las 1nujeres en el siguiente relato: "Enotros tiempos lasmujeres no existían y los hombres practicaban la homosexualidad. Uno de ellos se ecnontró embarazado y, corno no estaba en condiciones de parir, n1urió. Un día algunos hombres vislumbraron, reflejada en el agua de un manantial, la imagen de una mujer que estaba escondida en lo alto de un árbol. Durante dos día trataron de apresar el reflejo. Por último un hombre alzó la vista y vio a la mujer; la hicieron bajar, pero co1no todos los hombres la condiciaban, la cortaron en pedazos que se repartieron. Cada quien envolvió su trozo en un hoja y 1netió el paquete en un intersticio de la pared de su choza. Entonces salieron a cazar. Al retomar hicieron que los precediera un explorador que advirtió -y se lo pa1ticipó- que todos los pedazos se habían vuelto mujeres. Al pu1na, que había recibido un trozo de pecho, le tocóuna guapamujer; unaflaca a la sarie1na, que había tirado demasiado desu pedazo. Pero cada hombre obtiene unamujer y de allí en adelante cuando salíande caza llevaban a susmujeres con 62

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