Palabra dicha: estudios sobre género, identidades, mestizaje

GÉNEROFEMENINOYLITERATURA: CRUCESANTROPOLÓGICOS Charla Universidad de Playa Ancha, 16 de junio de 1993. Intentaré en esta exposición aventurar un cruce posible entre lo femenino, la literatura y la antropología en el contexto de la cultw·a latinoamericana.Los supuestos que subyacena Jos conceptos que procuro ligar, surgen desde la corriente de la Antropología del Género, cuya vertiente 1nás fecunda se relaciona con el estudio de la construcción simbólica de las diferencias sexuales. El sustrato de esta nociones se ancla en la idea de que cada cultura nombrará, en su devenir, lo que es ser un ho1nbre y una mujer. Por tanto, cada sociedad especificará qué es lo fen1enino y qué es lo 1nasculino, así como las relaciones entre ambos. Desde esta óptica loque el género es, en cada situación, debe ser explorado antes que asumido. Esto implica que lo universal estará en constante tensión con lo particulary que lapropiamirada de quién indaga debe someterse a una constante crítica de los prejuicios que la rondan. Porque situarse en un conceptode género requiere, además de la especificación de las otras diferencias que lo pueblan (como la clase, laetnía, la edad), deun devela1niento de quién y desde donde se tematiza lo femenino y lo masculino. De este modo, para nosotras es de vital importancia trabajar con el universo de símbolos que singularizan a las culturas y su incidencia en la constitución de los géneros; con el ünaginario social que anna las gramáticas endonde los géneros se ubicarán y con los discursos que formulan sus diferencias. Desde nuestro punto de vista Tmnara Kamenszain en El Texto Silencioso formula , de manera notable, w1aposibilidadde conexiónentre la literatura y lo femenino en donde podemos apreciar el111ovimiento que la constn1cción simbólica de los géneros in1prime en la cultura. El argumento central de la autora reside en la puesta en relación de la oralidad y la escritura. Oralidad que sería reino de lo fetnenino -de la madre- por estar asociado a la "plática", a la conversación, al cuchicheo, al chisme, a una "rnezcla de niveles discursivos, cuyo objeto es la nada". La escritura, con10 gesto que no quiere decir nada, se vincularía entonces con lo oral, encontrando incluso su preservación en ello. Siendo la oralidad el sitio de lo materno, "el ele1nento femenino de la escritura es la madre" (76). Kamenszain hará una analogía entre los haceres artesanales y obsesivos de las mujeres como litupiar, coser, bordar, cocinar, y la práctica de la escritura. Así ,la idea del texto como tejido, la construcción del relato como costura, los adjetivos del poema como bordado cobran 189

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