Palabra dicha: estudios sobre género, identidades, mestizaje

dominado por Jos peninsulares. Más tarde, co11 la aparición de las 1nujeres españolas, en1erge el "mestizo al revés", fruto de las relaciones entre éstas y los mapuche del "interior de la tierra" (laAraucanía, espacio autónomo). Así, en los traspasos, cruces e intersecciones entre la cultura mapuche y la española las mujeresjugaronw1 papel vital. Regaladas como esposas, co1npradas como esclavas, presas en (de) guerra, principal botín de las incursiones bélicas, las mujeres sufrieron los avatares de un encuentro en donde a1nbas sociedades entendían al género femenino co1no un "bien" poseído por los hombres o por un linaje de hombres. Eso es común tanto al universo nativo como al europeo. Las guerras de conquista en Chile, tuvieron co1no correlato el robo de mujeres por ambos bandos. La cautiva es la inlagen resultante del destino femenino en el escenario de la colonia y de su resistencia. De este modo, las cautivas mapuche y europeas tuvieron un peso crucial en la amalgama de las sangres, sus cuerpos hicieronde nexo y puente entre culturas, sus vientres procrearon a los nuevos moradores, su habla entregó símbolos y ritos, idiomas y conjuros, transmisión de técnicas y saberes. Sin embargo, el destino de los 1nestizos procreados por las cautivas fue distinto s i eran al "revés"o al " derecho" .Para los p1imeros (lamayoría), descenderde unamadremapuche, no ser reconocidos por su padre, posicionarse en los estratos socialesmás bajos, significó un estigma y una marca que, hipotetizamos, ha dejado sus huellas hasta hoy. Ser huacbo, ilegitimo, vástago de un padre ausente, y de una madre indígena presente, traza la alegoría de una experiencia que, dibujada desde antaño en las representaciones del unaginario social, irá transmitiendo sus signos de generación en generación. Por el contrario, ser el producto de una madre española (una shiñurra) y de un padre mapuche, generalmente un lonko (cacique), significó prestigio y valoración. Los 111estizos al revés, a diferencia de los al derecho, tuvieron su lugardenh·o de una familia y un patronímico que los identificó como descendientes de un linaje. Pensamos que la vivencia del mestizaje en la zona central y la valoración negativa que de éste había, hizo surgir un rasgo que caracteriza a nuestra cultura y que todavía se reproduce: la negación del origen y el consecuente "blanqueo" .Todo lo blancoes superior a lo no blanco, por ello la madre india (real o simbólica) debe ser obliterada. Las consecuencias de la "escenaoriginal" que funda a losmestizos y a supa1ticular cultura, es decir la ilegitimidad, hace que el dolor social de ser "mirado en menos", sea mitigado por el olvido. Un olvido que conducirá a ponerse las máscaras del otro, del Padre fantasmático y poderoso, del blanco, y cubrirse de sus ropas, de su lenguaje, ashnilar su Ley. Sin embargo, a pesar nuestro y sin quererlo, el lado no blanco, ese lado que percibimos como nocturno, ilunlina y conduce nuestras acciones co1no una gran1ática que no está en nuestra conciencia, pero sí en nuestra habla, en nuestros ademanes y en nuestros sueños. 156

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