Palabra Pública N° 24 2021 - Universidad de Chile

61 cine LAURA LATTANZI V. Académica del Departamento de Teoría de las Artes de la Universidad de Chile. Doctora en Filosofía con mención en Estética y Teoría del Arte. Se ha especializado en teoría estética y teoría política, y artes audiovisuales. Colonia Dignidad: Una secta alemana en Chile Dirección: Birgit Rasch, Cristián Leighton y Gunnar Dedio Alemania/Chile, 2021 Una temporada de seis episodios En Netflix lenos, observar su devoción. La presencia de Salo Luna resulta fundamental como narrador que ar- ticula el relato con una presencia y voz atrapantes para la cámara, lo que otorga emotividad a la vez que sitúa y/o genera contrapuntos con las imágenes de archivo. Luna va contextualizando desde lo na- cional —las redes políticas, jurídicas y militares que se tejen con la colonia—, lo local —la población aledaña de la que él era parte— y lo interno, dando así cuenta también de la orfandad y el terror que hay en esas miradas. A medida que avanza el relato, se van delineando algunos énfasis que adquiere el punto de vista de la narración. En primer lugar, podemos mencionar cómo la serie se centra sobre todo en la figura del líder, Paul Schäfer, presentado como un persona- je carismático perverso, y si bien en varias partes se menciona la participación de políticos y actores de poder (tanto en Alemania como en Chile) en la instalación y desarrollo de la colonia, muchas veces este enfoque pa- rece ser reducido por la caracterización de la comunidad como una “secta” lide- rada por un hombre extravagante. Esto puede observarse también en la gráfica de portada de la serie, dominada por la figura-retrato de Schäfer, o incluso en la primera declaración que hace Salo Luna, quien dice que juró vengarse de él. Esta insistencia en centrarse en la figura de una personalidad per- suasiva, sumada a la consideración de la colonia como una “secta” —que además ha llevado a varios comentaristas a vincular esta serie con otras produc- ciones documentales de Netflix, como la dedicada a Osho, Wild Wild Country — puede, por momentos, matizar las complicidades institucionales (político, militares, judiciales) que permitieron y favorecieron la permanencia de esta comunidad por décadas. Otro elemento que ha resultado polémico es el de la centralidad que adquieren los testimonios de los miembros de la colonia (tal como mencionan los exniños chilenos víctimas en su declaración pública del 14 de octubre de 2021). En la serie hay una pre- valencia de las voces de los colonos, en algunos casos se trata de victimarios que se encuentran condenados por los graves crímenes que cometieron, y en otros de colonos alemanes que se presentan como víctimas y victimarios de lo sucedido, en tanto participaron acti- vamente en algunas de sus acciones, pero siendo ellos también abusados física, sexual y psicológicamente. En este sentido, se instala una zona opaca en don- de algunos/as de quienes formaban parte de Colonia Dignidad se posicionan como víctimas, ya que tam- bién sufrieron los abusos de la colonia, pero son victi- marios al haber reproducido, justificado y, en algunos casos, actuado a favor de las operaciones que allí se cometieron. Esta opacidad parece colarse en la puesta en escena de estos testimonios: los colonos aparecen en sus casas, en donde los elementos del decorado (muebles, papel mural) denotan una suerte de con- tinuidad de la vida austera, cerrada de la colonia, así como también las poses y miradas que se establecen entre ellos, que destacan por sus gestos contenidos, reprimidos y a la vez desorientados. El ambiente, por momentos, se tiñe de un aire ominoso. También es interesante mencionar la figura de las mujeres colonas cuyo testimonio va ganando presencia a medida que avanza el relato, apareciendo en primera instancia como las esposas que escuchan con distancia y reco- gimiento, para luego dar cuenta de su vida activa en la comunidad. Destacan también otros testimonios, como el de Roberto Thieme, líder del grupo de ex- trema derecha Patria y Libertad durante la Unidad Popular, quien desde una oficina con grandes vidrios en lo alto de un edifi- cio habla de manera abierta y altiva sobre su paso por la colonia y sus visiones sobre la dictadura en Chile. Colonia Dignidad: Una secta alemana en Chile no pretende actuar como una produc- ción reparadora. Se destaca, más bien, por un despliegue que privilegia lo informativo, adoptando la función del documental tradicional y utilizando para ello dos de sus recursos fundamen- tales: las imágenes de archivo y los testimonios. Sin embargo, es imposible observar estas imágenes des- de un lugar neutral, como a veces pretenden quie- nes dicen que hay que “mostrar sin parcialidades” lo sucedido, como si en dicho mostrar no estuvieran implicados énfasis —puntos de vistas—, miradas y contra-miradas, pero también nuestras memorias, afectos, olvidos y lo que aún permanece abierto es- perando justicia. Observar estas imágenes nos recuerda las pala- bras del ensayista Georges Didi-Huberman, quien menciona cómo una imagen arde cuando se acerca a la realidad: “arde del deseo que la mueve, de la direc- cionalidad que la estructura, por el enunciado con el que carga”. Ver Colonia Dignidad produce una in- comodidad, un desasosiego; celebramos la recupera- ción y sobrevivencia de las imágenes, por un lado, pero por otro no podemos dejar de posicionarlas, juzgarlas y estremecernos frente a ellas.

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