Palabra Pública N°35 agosto - septiembre 2025 - Universidad de Chile
años, el pueblo no tuvo participación ni en el proceso constituyente ni en la elaboración de leyes. ¿Por qué ha ocurrido esto? —Porque el sistema político controlaba la votación en toda su etapa. Desde 1830 hasta 1925, el pueblo votaba y se le pagaba por el voto. Ahora nosotros les pagamos a ellos y ese dinero va para el partido del campeón que va de candidato. Después de 1925, el cohecho se fue terminan- do y el pueblo se convirtió en movimiento de masas en las calles. Se suponía que los políticos nos iban a resolver los problemas, nos liberarían y harían la revolución. Pero ninguno de ellos pudo hacerlo, ni el Frente Popular, ni la Unidad Popular. Pasando al siglo xxi, si ves las últimas movilizaciones de estudiantes secundarios, del 2001 al 2010, los cabros estaban en la calle gritando y exigiendo con una consigna clara: la asamblea manda, no manda el dirigen- te ni el partido. La propuesta era tan teóricamente rica en posibilidades de análisis y de expresión, que los cabros no pudieron desarrollarla, porque era algo muy nuevo. Era una intuición genial, pero no tenían conocimiento histórico ni sociológico de lo que eso significaba en la práctica. Pero su discurso tuvo eco en otra gente: entre 2012 y 2015 aparecieron asambleas comunales en Freiri- na, Calama, Aysén, Punta Arenas y Chiloé. El movimiento de Freirina, que reclamaba por la contaminación medioambiental provocada por Agro- super y que logró que la empresa dejara de funcionar en la zona, es justamente uno de los más relevantes en lo que va de este siglo, ¿no? —Freirina es una demostración perfecta de lo que pue- de hacer una asamblea soberana. Fueron 120 asambleas locales y le ganaron al gobierno de Sebastián Piñera y a Agrosuper. Y esa asamblea todavía existe, porque triun- fó. Para mí, Freirina es el movimiento social más exitoso del siglo xxi. Ellos descubrieron que la asamblea era el camino, pero eso no se dice. Fue en ese momento que el pueblo empezó a intuir que el paso siguiente era la asamblea constituyente. Pero eso implica abandonar la condición de masa en la calle. ¿No le sorprendió el estallido, en ese sentido? —El anhelo de la dignidad ciudadana fue lo que la gente comenzó a sentir después del periodo 2017-2018. Fui varias veces a las concentraciones de 2019 durante el estallido, y lo que me quedó claro es que no fue un mo- vimiento de masas. No llevaban pancartas de partidos ni nombres de políticos ni consignas revolucionarias. Lo que exigía la gente era dignidad. Fue la primera movili- zación ciudadana que no fue un movimiento social típico. Los movimientos sociales son siempre grupos chicos con reivindicaciones a corto plazo y objetivos claros. Esto era diferente, era de largo plazo y ni ellos supieron cómo se- guir. Fue más que nada el comienzo de una búsqueda, la del ciudadano digno y soberano. Luis Emilio Recabarren, uno de los líderes del mo- vimiento obrero, dijo que había que desarrollar la “inteligencia del pueblo”. ¿Cómo cree que se educa hoy la ciudadanía? —Creo que la ciudadanía, las comunidades locales, siempre han tenido una ciencia propia: el diálogo, la conversación. Cuando estuvimos presos en Tres Ála- mos, había una torre que nos vigilaba todo el día, era el ojo panóptico del poder, como lo llamó Foucault, siempre observando. Pero nosotros lle- gamos a la conclusión de que podíamos mirarnos entre no- sotros, podíamos conversar, dialogar, cosas que el poder no hace. También podíamos autoeducarnos. Si juntas a un pueblo entero, este puede pro- ducir un saber y una capacidad de acción que supera la del poder centralizado de una élite. Lo que hizo Recaba- rren no solo fue crear periódicos y dar conferencias en todo Chile. Su gracia era la deliberación. No era un estu- dioso de escritorio. Pensaba junto a otros. La conferencia iba acompañada de conversación. Él se retroalimentaba de lo que el pueblo le decía. De ahí la idea de la autoedu- cación y de desarrollar la inteligencia del pueblo. La encuesta cep de marzo-abril reveló que la pre- ferencia por la democracia está en su nivel histórico más bajo. El 44% de la gente la prefiere, el 33% es indiferente a un sistema político democrático o auto- ritario y el 18%prefiere uno autoritario. ¿Por qué cree que está calando tanto el autoritarismo? —Eso pasa porque siempre nos han enseñado que la democracia es individual y librecambista y no hay otra posible. Se entiende por democracia que uno tiene dere- cho a un voto individual, secreto, donde uno no delibera con nadie. Al sistema político le conviene apostar todas sus cartas al individuo, porque es indefenso frente al sis- tema. Pero no existe la soberanía individual, la soberanía es colectiva o no existe. Al sistema liberal capitalista no le conviene que exista una democracia donde el poder de- mocrático sea colectivo. Por eso se hace creer que no hay otra alternativa al voto individual, lo cual históricamen- te es una estupidez. Cuando surge la posibilidad de una aglomeración de voluntades lo llaman movimiento so- "Si supiéramos que existen otras alternativas a la democracia liberal y al voto individual, el estallido social de 2019 habría continuado con un proyecto propio. Sin embargo, su disolución desembocó en un intento de ridiculizarlo". 6
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