Palabra Pública N°35 agosto - septiembre 2025 - Universidad de Chile
es una mirada hacia el pasado muerto. Es una gran pena, porque eso niega, según yo, la esenciamisma de la historia, que es la historicidad, el tiempo transcurrente, el proceso de cambio, la vida. La vida no es una mirada hacia el pa- sado, sino que camina, es movimiento. Si enseñamos la historia como muerta, no le damos ninguna ayuda al ciu- dadano para resolver los problemas gigantescos que tiene Chile hoy. Al contrario, tenemos un predomino absoluto del derecho escrito, que no es el derecho inherente a la rea- lidad viva del ser humano. Usted llevaba bastante tiempo advirtiendo antes de 2019 que había una crisis de representatividad y que, por lo mismo, las condiciones estaban dadas para que surgiera un movimiento social para exigir un cambio. ¿Cree que es posible que la historia nos ayude a prede- cir ciertas crisis? —Los historiadores trabajamos lo que llamamos los procesos de larga duración. Por ejemplo, el problema de que Chile necesite una constitución política legítima y eficiente no está resuelto, y eso genera un proceso his- tórico de larga duración. Hemos hecho 11 intentos de constitución, todos fracasados. ¿Responsabilidad de quién es? De los políticos, que hace 200 años son ele- gidos sin mandato soberano. Cuando uno estudia estos procesos de larga duración, claro que puedes predecir ciertas cosas. Lo que yo he venido observando, justa- mente, es que la clase popular hace mucho tiempo está frustrada porque no ha logrado cambiar la estructura. Tampoco han podido hacerlo sus representantes. Hay que decirlo con todas sus letras: Frei Montalva fracasó, Allende fracasó. Existen autores que han trabajado la evolución constitucional, pero lo que hacen es describir una constitución tras otra y no estudian el tema de la so- beranía popular. El tema de fondo es que en ciento y pico E n Chile, la expresión “movimiento social” sur- gió con sentido teórico en los años 40 gracias a la “doctrina social” de la Iglesia, enfocada en los derechos de indígenas y pobres. Según el historiador Gabriel Salazar (Santiago, 1936) en su ensa- yo Movimientos sociales en Chile (2013), a pesar de que el Estado ha situado a la sociedad civil en una posición su- bordinada y se les ha invisibilizado de la narrativa oficial, los movimientos sociales han sido cruciales en la historia del país, desde las luchas obreras del siglo xx hasta las movilizaciones de 2019. Testigo privilegiado de estas transformaciones y re- ferente ineludible de la historiografía social, Salazar —Premio Nacional de Historia 2006 y académico de la Universidad de Chile hasta 2023— se ha dedicado a estu- diar los orígenes y el devenir de los movimientos sociales en Chile, investigaciones que ha volcado en libros como La historia desde abajo y desde adentro (2003), el ya mencio- nado Movimientos sociales en Chile, Los caminos del pueblo (2017) y Expoliación política de la ciudadanía en Chile , su úl- timo trabajo, publicado este año por Debate. Usted ha dicho que la historia es una ciencia en movimiento, que es un diálogo constante y sin fin entre sujetos de todas las épocas. ¿Cuál diría qué es la importancia de entenderla como una ciencia viva? —Se vulgarizó la idea de que la historia es la ciencia del pasado, de los hechos petrificados, objetivados, como lo plantea el positivismo, que reniega de todo lo que pueda pa- recer subjetivo o intersubjetivo. Esmuy lamentable, porque toda la historia de Chile que se enseña, y la que el pueblo aprende y repite, es la historia que mira el pasado y por el pasado. En la calle, algunas personas me dicen: “usted es historiador, ¿con qué grupo está, con los o’higginistas o los carreristas?”. Te hablan de los mismos de siempre y esa Alejandra Fuenzalida 5
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