Palabra Pública N°35 agosto - septiembre 2025 - Universidad de Chile
Se me ocurre que Denominación de origen tiene algo de eso que Susan Sontag exploraba en torno a lo camp : una sensibilidad difícil de calificar en una única categoría, pero que busca configurar símbolos de identidad con una cuota de artificio y exageración. El montaje de la película resulta por momentos un poco desordena- do, ya que combina el registro de las acciones con cuñas tipo entrevistas y escenas que adoptan el formato de videoclip y otras de corte publicita- rio. Pero también ello reafirma el artificio y torna a los personajes más cercanos y estilosos. Si la búsqueda de la denominación de origen de la longaniza de San Car- los es, al mismo tiempo, una búsqueda por el reconocimiento de una iden- tidad que trasciende lo puramente territorial para apelar a un sentimien- to de lo común (tal como se puede leer en algunas de las declaraciones de su director), esa tarea, hoy, no puede ser sino un poco ficticia y grandilocuente. Creo que esa es una premisa funda- mental de la película, y por esomismo el formato de falso documental y el tono de comedia que elige Alzamora resultan de lo más apropiado. Sobreestomismo, resulta interesan- te la forma en que se usa el recurso del falso documental, ya que se aleja un poco de aquellos que se acostumbra- ban a ver en el cine latinoamericano: aquí no hay un ímpetu por revelar los mecanismos ideológicos del dispo- sitivo, como en Agarrando pueblo (la película colombiana de 1977 de Luis Ospina y Carlos Mayolo, que denun- ciaba los modos de representación del pueblo), así como tampoco pretende hacernos cuestionar la semiosis lógica de lo documental poniendo de mani- fiesto el código de lo verosímil, como en Un tigre de papel (2008, de Luis Os- pina) o Un secreto en la caja (2016, de Javier Izquierdo). El formato del falso documental aquí parece más bien constituirse como un mecanismo liviano, como un elemento que aporta al estilo en vez de ser una operación crítica. Quizás en épocas de posverdad, en las que merma la distinción entre lo verdadero y lo falso —así como tam- bién entre la realidad y la ficción—, el mecanismo del falso documen- tal también adquiere otras derivas, unas que buscan continuamente apelar a las emociones y creencias in- dependientemente de su asidero en la realidad. En este caso, además, lo hacen desde aquello que puede reco- nocerse en común. Creo que Denominación de origen es una película para ver en el cine, y no necesariamente por la calidad visual y sonora, sino por la posibilidad de en- contrarse con otros compartiendo las mismas reacciones, las mismas mue- cas o risas, más allá de la veracidad de los hechos. De todas maneras, el filme sí asume los límites y no intenta ofre- cernos otra realidad, sino más bien quiere involucrarnos en el juego, en el intento por reconocer y reconocernos en la historia y en los personajes, sin olvidar que, tal como dicen al final, “esto es una película”. denominaciónde origen Chile, 86 minutos Dirección: Tomás Alzamora Guion: Javier Salinas y Tomás Alzamora Elenco: Luisa Marabolí, Exequías Inostroza, Roberto Betancourt, Alexis Marín Productora: Equeco 59
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