Palabra Pública N°35 agosto - septiembre 2025 - Universidad de Chile
para la llegada de las Bienales de Sao Paulo y en especial de una exposición que en 2005 marcó la agenda cultural: Una larga historia demuchos nudos. Fluxus enAlemania 1962- 1994 , que se inauguró el 6 de agosto de ese año en el mac de Quinta Normal, que luego seguiría funcionando en parale- lo al edificio del Parque Forestal. “La expansión del museo a dos sedes es parte del legado del profesor Brugnoli y un desafío permanente que ha sido acompañado por nuestra universidad y sus autoridades, proponiendo enfoques y curatorías distintas según cada contexto”, afirma el actual director del mac, Daniel Cruz. Como una telaraña | “Fluxus es un referente canónico del arte del siglo xx. Nadie discute su importancia. Es- tudié un posgrado de dos años en Alemania, donde vi muchas cosas de artistas de ese movimiento. Ver las obras en vivo es totalmente diferente a hacerlo en papel o en una pantalla. Cuando vi otras obras de Fluxus en Chile revivieron esa experiencia original y originante que tie- ne ver una obra en vivo”, dice el artista Demian Schopf sobre la muestra de 2005, y admite que Máquina Cóndor , su obra más importante —montada en 2006, 2007, 2012 y 2016—está muy influenciada por Fluxus en cuanto obra performática, procesual y efímera. Organizado en 1962 por George Maciunas, artista, em- presario y galerista estadounidense de origen lituano, el movimiento Fluxus desafió radicalmente las nociones tradi- cionales del arte. Sus principios eran la ruptura con el objeto artístico como mercancía, el trabajo colectivo que cuestiona la autoría individual, la efímera naturaleza de la obra, la in- terdisciplinariedad y un espíritu apátrida. Así, cerca de 80 piezas —entre objetos, registros en video y fotografías de artistas icónicos de este movimiento como Joseph Beuys, Nam June Paik, John Cage, Geoffrey Hendricks, Dick Hig- gins, Takako Saito, Wolf Vostell y el mismo Maciunas—, se desplegaron por primera vez en Chile. “Para Brugnoli fue importante, y la disfrutómucho, ya que le gustaba el trabajo experimental de Fluxus. Valoraba que las nuevas genera- ciones pudiesen ver en el museo obras originales y que ello permeara la producción de entonces”, cuenta la historiadora del arte Caroll Yasky, exencargada de colecciones del mac. Brugnoli había conocido el trabajode Fluxus gracias a una becaque lo tuvoentre 1979y 1981 viviendoenFrancia e Italia. El grupo le voló la cabeza, dijo en más de alguna oportuni- dad, y tenía la costumbre de compartir su descubrimiento con otros creadores. Fue el caso de Janet Toro, quien a me- diados de los 80 comenzaba su camino en el arte como parte de la apj (Agrupación de Plásticos Jóvenes). “Brugnoli y un grupo de artistas tenían un taller de grabado en Bellavista y nos facilitaban sus materiales, las prensas, el laboratorio fo- tográfico para hacer los afiches y panfletos que repartíamos. Un día me invitó a mí y al artista Havilio Pérez a su depar- tamento, y en esa conversación sacó un libro gigante de Joseph Beuys (1921-1986). Quedé alucinada. Recuerdo que vi esa obra I Like America and America Likes Me (1974), que me impresionó tanto que pensé: esto es lo que quiero hacer, tra- bajar con cosas de la vida cotidiana e intervenir las calles”, comenta la artista, que hoy está exponiendo su primera re- trospectiva en el Museo Nacional de Bellas Artes. “En esos años en Chile, en plena dictadura, todo era muy limitado. No había acceso a tener grandes libros de arte, no teníamos computador, internet no existía y viajar era ca- rísimo. Se trabajaba casi sin referentes”, agrega Toro. Esto incluía a los artistas de la llamada Escena deAvanzada y del grupo cada, creadores que habían roto con los formatos tradicionales para abrazar la performance, el happening y el videoarte, pero que, sin embargo, no tenían relación di- recta con Fluxus. “Había coincidencias innegables, pero no es que uno mirara el movimiento como referente para lo que hacíamos. La categoría vino a posteriori ”, explica Virgi- nia Errázuriz, artista y viuda de Brugnoli, quien falleció en 2023. “Yo fui pop, fui arte povera, fui Fluxus, fui de todos los movimientos, porque acá les gusta meterte en categorías. Y claro, me interesaba trabajar con lo cotidiano, con los en- cuentros inesperados, con los pequeños acontecimientos, y eso es muy Fluxus. Pero antes que asumir una influencia particular, creo más en trabajar con la realidad local, con las atmósferas que se van construyendo acá”. Un piano con cuatro maletas encima y carros de super- mercado alrededor fue la obra de Wolf Vostell (1932-1998) que recibía al público en el hall del palacio de Quinta Nor- mal. Para Alexander del Re, artista que llevaba una década dedicado al arte de performance, la exposición fue un ver- dadero hito para la escena chilena. “Me formé en los 90 en Nueva York con James Lee Byar, quien fue cercano a Beu- ys, y también había visto obras de Fluxus en Alemania. En Chile, junto a la artista Alejandra Herrera, comenzamos a producir festivales internacionales de performance entre 2001 y 2007, y fue por esto que Brugnoli me invitó a dar una de las conferencias de la exposición yme gustómucho esa actitud: darle la oportunidad a otro artista que estaba en ese momento trabajando el tema”, explica. En la conferencia, Alexander del Re desplegó toda su investigación. Habló de las entrevistas que había reali- “[Fluxus] es como una telaraña capaz de conectar múltiples cosas en múltiples direcciones, una actitud de libertad creativa que hoy opera como nunca en el mundo del arte”, dice Beatriz Bustos. 30
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=