Palabra Pública N°35 agosto - septiembre 2025 - Universidad de Chile
“S erá una refundación, no solo una repa- ración”, decía José Weinstein, ministro de Cultura de la época, en la rueda de prensa que en mayo de 2004 anunció la entrega de $1.750 millones por parte del gobierno de Ri- cardo Lagos al Museo de Arte Contemporáneo en Parque Forestal para su restauración. El terremoto de 1985 había dejado casi en el suelo al centenario edificio que del otro lado alberga al Museo de Bellas Artes, que ya había sido restaurado por la Dirección de Bi- bliotecas, Archivos y Museos. Fue una lucha de seis años que libró la dirección del museo, la Cor- poración de Amigos del mac y la prensa, que abordó en varias notas el abandono en el que estaba la ins- titución dependiente de la Facultad de Artes de la Universidad de Chi- le. “Humedad, hongos y bacterias amenazan obras capitales del arte chileno”, titulaba La Tercera en 2002. Un año antes, Francisco Brugnoli, ar- tista destacado y director del museo, contaba en el diario los pormenoresmás allá del daño estructural: “No tenemos gas y la instalación eléctrica está muy deteriorada. Esperamos que una vez establecidas las prioridades logremos conse- guir los dineros necesarios”. En 2005, por fin la deuda se saldó por completo. Elmuseo tendría una cirugíamayor con la reparación estructural, la recuperación de la mansarda y la cúpula belga, y la renovación de todas las instalaciones, además de un sistema de vigilancia que incluiría alarmas y un circuito cerrado de televisión. El 28 de agosto de 2004 se hizo la ceremonia de cierre del museo con las autoridades de la época. Pero se abría un dilema: ¿qué hacer ahora sin un edificio para acoger las exhibiciones y recibir al público? Primero se inició una muestra itinerante que llevó obras de la colección a regiones bajo el nombre de mac en tránsi- to . Pero, para Brugnoli, la medida era insuficiente. “Dentro del equipo del museo estaba la idea de que lo mejor era cerrar ese tiempo y trabajar tranquilos en investigación, catalogación, orden. En unmuseo siempre hay mucho tra- bajo, pero Francisco se negó”, recuerda la curadora Beatriz Bustos, quien estaba a cargo del área de producción. “No podemos cerrar, no podemos cerrar, repetía Fran- cisco, y se puso a buscar otro edificio. Primero se evaluó uno que tenía Correos de Chile, después apareció el palacio de Quinta Normal —actual sede del mac Quinta Normal—, que lo tenían convertido en un Cesfam”, cuenta Bustos sobre el comodato que has- ta ese momento tenía el Servicio de Salud Metropolitano. Brugnoli con- siguió el traslado y en tiempo récord se habilitó el espacio como la nueva sede temporal del museo. “Ahí ves cómo funciona la cabeza de un artista, capaz de arriesgarse a todo. Era una época de mucha pre- cariedad, pero el compromiso del equipo era total. Había una épica de lograr que el arte tu- viera un espacio más digno”, reflexiona la curadora. Pero la urgencia del director por tener un espacio mo- mentáneo tenía otra justificación. En ese entonces, el mac trabajaba en traer más exposiciones internacionales, para medirse y relacionarse con artistas del mundo. La idea era que el museo pasara de ser un espacio “de universitarios” a uno “para universitarios”; un museo donde las genera- ciones jóvenes tuvieran la oportunidad de exponer, pero también de educarse, viendo obras de arte contemporáneo originales de nivel mundial. Para lograr este objetivo, fue clave el apoyo de los insti- tutos binacionales de cultura, como el Instituto Chileno Francés, el British Council y el Goethe Institut. Este últi- mo, a través de su director Hartmut Bercher, sería crucial “[Brugnoli] valoraba que las nuevas generaciones pudiesen ver en el museo obras originales y que ello permeara la producción de entonces”, cuenta Caroll Yasky, exencargada de colecciones del mac. Portada y página interior de la muestra de Fluxus en Chile. Detalle de obras de Nam June Paik exhibidas en la ocasión. Crédito: Felipe PoGa 29
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