Palabra Pública N°35 agosto - septiembre 2025 - Universidad de Chile
por pilar barba Vicerrectora de Extensión y Comunicaciones de la Universidad de Chile lo que nos mueve editorial sismólogo Sergio León Ríos, que vivir en un país como el nuestro nos enseña que todo puede cambiar y derrumbarse enun instante. Enuna vereda opuesta, Andrea Palet advier- te que en una época que venera la acción y el rendimiento, la quietud puede ser un espacio fértil para la creación. “La inacción es buen combustible para la imaginación, el arte y la inteligencia discursiva”, escribe. A través del reportaje “La retórica anticientífica”, abor- damos los ataques de ciertos sectores políticos hacia las universidades y los saberes científicos, en momentos en que, frente a la amenaza del cambio global, necesitamos más que nunca la ciencia y el conocimiento compartido. Losdesafíosdel presenteexigencooperación internacional, y las universidades son por excelencia espacios que favo- recen el diálogo entre países, culturas e idiomas. ¿Cómo imaginar la universidad del futuro en este escenario?, se pregunta Alejandra Mizala, prorrectora de la Universidad de Chile, en una columna donde defiende el compromiso público con el saber en tiempos de incertidumbre. En línea con la vocación de nuestra casa de estudios con la cooperación internacional, este mes de agosto represen- taremos al país en la Feria del Libro de los Universitarios y las Universitarias de la unam, uno de los encuentros edito- riales más importantes de América Latina. A través de una destacada delegación de académicos, artistas y escritores —entre ellos, Mono González, Raúl Zurita, Elvira Hernán- dez, Cecilia Vicuña y Elicura Chihuailaf, por mencionar algunos—, llevaremos a Ciudad de México una muestra de los conocimientos y creaciones elaborados en Chile con el objetivo de propiciar un espacio de encuentro e inter- cambio que permita pensar colectivamente los desafíos y fenómenos actuales. Tal como nos recuerda Jorge Comensal, director de la Revista de la Universidad de México , en el segundo Especial Filuni que publicamos este año, las revistas universitarias —y, por extensión, las universidadesmismas—son espacios de resistencia en un mundo marcado por la desconfianza y la polarización: lugares donde se piensa en colectivo y se tienden puentes entre ciencias y humanidades, entre ge- neraciones y países. Espacios que, incluso en medio de la adversidad, resguardan el diálogo, preservan la memoria y defienden el conocimiento como un bien común. U na mañana cualquiera, al amanecer, un hom- bre sale a correr. No es una carrera frenética ni una competencia; es, como Haruki Murakami describe en De qué hablo cuando hablo de correr , un acto casi ritual. Kilómetro tras kilómetro, el cuerpo se mueve con una cadencia hipnótica. Las calles desfilan, los edificios se suceden, el paisaje cambia, pero dentro de su mente se instala una quietud profunda. “Por mundana que parezca una acción, si se mantiene el tiempo suficiente, se convierte en un acto contemplativo, incluso meditativo”, escribe el autor japonés. Tal vez sea en esa paradoja —la calma que surge del movimiento— donde se revela algo esencial de nuestra existencia. Enuna época vertiginosa, enque el tiempoparece avanzar demasiado rápido y la velocidad de los cambios —tecno- lógicos, políticos— se acelera, nos detuvimos a pensar en un concepto tan presente en nuestras vidas que suele pa- sar desapercibido: el movimiento, entendido no solo como desplazamiento físico, sino también como una fuerza que transforma, sacude y a veces conmueve. La ilustración de portada, creada por Vicente Reyes, nos habla de horizontes que se mueven, de seres humanos que se desplazan. Así, desde los flujos migratorios y los movimientos sociales que han marcado la historia de Chile, hasta los terremotos y las danzas que transforman el dolor en memoria viva, este nú- mero explora el movimiento en sus distintas dimensiones. Desde la disciplina de la historiografía, Gabriel Salazar explica en estas páginas que la historia no es una mirada hacia el pasado, sino un tiempo vivo que transcurre: un tejido de procesos, rupturas y continuidades que modelan el presente. Desde la física, la académica Carla Hermann confirma esta intuición: “el tiempo, el movimiento y la evolución van de la mano”, apunta, y algo similar plantea el arqueólogo Felipe Armstrong desde el ámbito de los mu- seos, las culturas precolombinas y las disidencias: si algo nos ha enseñado la teoría queer —dice— es que “el cambio y la entropía es lo único fijo”. A veces, el movimiento se impone con violencia, como bien sabemos quienes habitamos un territorio sísmico como Chile. “Los terremotos nos dejan mudos y luego des- atan unas ganas locas de hablar para exorcizar el miedo”, escribe Antonio de la Fuente, quien afirma, al igual que el
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