Palabra Pública N°35 agosto - septiembre 2025 - Universidad de Chile
columna C hile es uno de los paísesmás sísmicos del mundo. Su extenso territorio, de norte a sur, se asienta en la convergencia de placas tectónicas que pe- riódicamente reajustan su posición, provocando sismos, temblores y terremotos que marcan la memoria colectiva del país. Las estadísticas dicen que quien vive en Chile experimentará al menos un gran terremoto a lo largo de su vida. Y así es como vivimos y hemos apren- dido a vivir. No muchos territorios pueden jactarse de tener ciudadanos capaces de estimar magnitudes con solo sentir un sismo, y que, incluso antes de que el Centro Sismológico Nacional entregue el reporte oficial, ya estén compartiendo memes en redes sociales. Esta identidad sísmica nace de una acumulación his- tórica de sacudidas bien documentadas. En 1822, María Graham describió con precisión el terremoto de Valpa- raíso y cómo el suelo se elevó; en 1835, Charles Darwin presenció el sismo de Concepción y los daños que dejó en la ciudad. En 1906, un terremoto devastó nuevamente Valparaíso —en 2026 se conmemoran 120 años de aquel desastre— y motivó la fundación del Observatorio Sis- mológico, hoy Centro Sismológico Nacional. El terremoto de Chillán, en 1939, inspiró la creación de la corfo y una de las primeras normas antisísmicas. El de Valdivia, en 1960 —el más potente registrado por instrumentos mo- dernos— sacudió el piso por casi diez minutos y aportó al avance mundial de la sismología. Tras el terremoto de Algarrobo en 1985, se puso en marcha la primera campa- ña “Chile ayuda a Chile”. Ya en 2010, el megaterremoto del 27F se presentó con una fuerza tremenda a toda una nueva generación. Esto ha tejido una conciencia colectiva sobre lo telúrico y ha moldeado a la sociedad chilena. Pero la identidad telúrica también se forjapor suausencia. El norte de Chile, en especial las regiones de Arica y Parina- cota o Atacama, con muchos años sin grandes terremotos, se ha convertido en un laboratorio global, con científicos nacionales e internacionales estudiando estas zonas desde la década de los 90, buscando respuestas sobre el esperado gran terremoto del norte. A pesar de lo anterior, todavía hay personas que habitan este país y que no han vivido un remezón de grandes dimen- siones. Si hacemos una lista rápida de los últimos quince años, tenemos el 27f en 2010, Iquique en 2014, Illapel en 2015 (justo cuando se inauguraba la Pampilla de Coquim- bo) y no mucho más. En términos futboleros, el último gran terremoto ocurrió cuando ganamos la Copa América. Y ha pasado bastante tiempo desde entonces. Entremedio, el país vivióun estallido social, una pandemia y la selecciónpasóde estar entre las cinco mejores del mundo a ocupar el último lugar en las clasificatorias. Todo eso nos ha transformado profundamente, tanto omás que un terremoto. En paralelo, Chile también ha recibido nuevos habitantes, personas que no están acostumbradas a sentir cómo semue- ve la tierra, y eso también cambia el paisaje cultural: lo que aquí se vive como normalidad —una vibración nocturna, una alarma de evacuación, una réplica lejana— puede ser desconcertante para quienes no han experimentado algo así. La cultura sísmica que damos por sentada también cam- bia con el tiempo, y debe reforzarse constantemente a nivel práctico. Porque, en temas de desastre, la memoria humana es frágil. Y eso, un terremoto no lo perdona. Elmovimientode la tierra tambiénmovilizaa lasociedad. No solo los académicos hablan de sismos, distintos medios utilizan analogías como “terremoto político” o “terremoto en la anfp”. El arte también ha reflejado este pulso tectó- nico: muestra de ello era el mural Terremoto , de Nemesio Antúnez, monumento nacional que estaba en proceso de restauración hasta antes de ser destruido por un incendio en julio de 2025. Elmundo cultural ha usado los fenómenos telúricos como una constante fuente de inspiración para En Chile, la tierra se mueve, y esta realidad de temblores y terremotos ha forjado una identidad única en sus habitantes. Más allá de la destrucción y la catástrofe, cada sacudida ha dado forma a instituciones, normas y obras culturales que mantienen viva la memoria sísmica y nos preparan para el próximo temblor. sergio león ríos Sismólogo e investigador del Centro Avanzado de Tecnología para la Minería (amtc) de la Universidad de Chile. cultura telúrica 26
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