Palabra Pública N°35 agosto - septiembre 2025 - Universidad de Chile
una proyección de nuestros propios esquemas culturales? Lo queer invita, precisamente, a ese descentramiento: a torcer las certezas, amirar de nuevo. Desde el Museo Chileno de Arte Precolombino hemos explorado es- tas preguntas. En 2021 se organizó el ciclo en línea Arqueologías Kuir , una serie de conversaciones sobre la relación entre cuerpo, norma y mate- rialidad en la práctica arqueológica. Allí se planteó que una arqueología queer no busca identificar sujetos di- sidentes en el pasado, sino ejercer un análisis crítico y situado sobre nues- tras herramientas de investigación. Se discutió cómo las fichas de análi- sis, las categorías de sitio, los mismos formatos expositivos, tienden a bo- rrar las ambigüedades del registro, domesticando lo que no encaja; la búsqueda de patrones ha sido parte constitutiva de la historia disciplinar —como en tantas otras disciplinas— elaborando taxonomías, secuencias, series. En definitiva, formas de orden que no son neutras, pues jerarquizan o silencian lo que desafía las catego- rías establecidas. También se propuso repensar las narrativas museales no solo como formas de transferencia de conocimiento, sino como terri- torios donde se encuentran afectos, identificaciones y formas de estar en el mundo. Esta reflexión es aplicable tanto a la producción de conocimien- to desde las disciplinas académicas, como a la manera en que ese conoci- miento es puesto a disposición de los públicos, activando nuevas formas de apropiación, resonancia y cuestiona- miento colectivo. Es un gesto profundamente necesa- rio.Porquesihayalgoquelasdisidencias sexuales y de género han enseñado, es que los cuerpos, los afectos y los saberes no siempre encajan en las casillas esta- blecidas. El museo, entonces, no solo puede —sino que debe— ser un lugar donde esa incomodidad se vuelva fértil. Sin embargo, queda mucho por hacer. ¿De qué manera los museos pueden volverse espacios para reflexionar en torno a las taxonomías? ¿Es un oxímo- ronuna posibilidad? Un espacio común | En el Museo Chi- lenodeArtePrecolombino trabajamos con objetos que provienen de pueblos y culturas profundamente distintas entre sí y respecto de la modernidad occidental. Esos pueblos y culturas comprendían el cuerpo, la diferencia, la identidad o el poder de formas que no se ajustan necesariamente a nues- tras clasificaciones. Ignorar eso sería una negación epistémica. Reconocer- lo, en cambio, nos permite ampliar nuestra comprensión del pasado y, con ello, del presente. Las disidencias tenemos derecho a sentirnos parte de la historia. Porque nosotros, nuestros cuerpos e historias, también merecen un lugar en los rela- tos que contamos sobre lo que fuimos, lo que somos, lo que podemos ser. Y porque, en tiempos en que aún hay quienes creen que nuestras existen- cias son “veneno”, el museo debe ser, ante todo, un espacio de afecto, de crí- tica y de hospitalidad. Incomodar no es traicionar la mi- sión del museo. Es cumplirla. Si los museos solo reafirmaran lo que ya se sabe, lo que no molesta, lo que no descoloca, entonces habrían dejado de ser un lugar de pensamiento; tam- bién desde los márgenes se produce conocimiento y lo raro, lo abyecto y lo ambiguo son parte del mundo. Estas instituciones deben celebrar el dere- cho a mirar distinto. No para imponer una mirada, sino para abrir muchas; para recordarnos que hubo, hay y ha- brá muchas formas de ser, de habitar, de amar y de recordar. Otra masculinidad: un cuerpo masculino reclinado y desnudo, que señala su ano. Figura humana recostada, modelada en arcilla. Jama Coaque (500 a.C.- 500 d.C.), actual Ecuador. Museo Chileno de Arte Precolombino, 0377 23
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