Palabra Pública N°35 agosto - septiembre 2025 - Universidad de Chile

queriendo cambios radicales, solo que no confía en quie- nes están llamados a conducirlos, porque percibe que no logran ponerse de acuerdo. El drama es que es muy difícil ponerse de acuerdo sobre algo que no se está quieto, que es el futuro que queremos o podemos soñar. La pesadilla del cazador es un blanco móvil: un horizonte que se desplaza justo cuando vas llegando. Pero me desvío de este desvío. Quería decir que salvo prescripción médica está bien cultivar el sosiego y no an- dar dando saltitos. No apurarse, no innovar porque sí. Qué cansancio todo lo que estamos obligados a hacer cada día. Qué animal precioso es el oso perezoso de tres dedos, que se mueve tan lentamente que te tienes que sentar para ob- servarlo avanzar un metro. Envidiar una reclusión forzada o una enfermedad que supone reposo (las tuberculosis de los cuentos de sanatorios) es insensible y banal, pero sí se puede admirar lo que somos capaces de hacer ante la in- movilidad involuntaria, que con ser jodida ha producido grandes obras. Los diarios de enfermos. La literatura carce- laria. Los Cuadernos de la cárcel gramscianos, o el diario del noruego Petter Moen: apresado por la Gestapo, escribía en un rincón de su celda con un chonguito de lápiz o un cla- vo sobre papel higiénico. El Viaje alrededor de mi habitación , de Xavier de Maistre, castigado por haberse batido a duelo, que curiosamente es muy alegre: “Desde mi sillón, si cami- nas hacia el norte, se descubre mi cama, situada al fondo de mi habitación, y forma la perspectiva más agradable…” (era cuico). Otro librito hermoso es Breve manual del perfec- to aventurero , de Pierre Mac Orlan, que se ríe del prestigio expedicionario y propugna no levantarse del sillón, nunca, por ningúnmotivo. Hay cientos de ejemplos de una belleza posible en la de- tención y la quietud. La lasitud podría ser languidez sensual y la inacción definitivamente es buen combustible para la imaginación, el arte y la inteligencia discursiva. Y hay un modo demoverse lomenos posible y aun así sentir las cade- nas; se llama leer muchas horas seguidas y lo recomiendo. Hago trampa, por supuesto, porque también en ese estado, allá arriba, la ruedita del hámster nunca se detiene. 1 Quizás a ese anhelo responde una de las tendencias cu- riosas de la ficción literaria europea, la de la vuelta al campo, por la que escritoras y escritores se vuelven neorrurales con posgrado y publican novelas sobre esquilar ovejas y vivir al ritmo de las estaciones ( spoiler : se vuelven locos, o bien ins- talan wifi). 2 No pregunto si en el pasado había más aguante para el silencio y la quietud porque es una obviedad, pero sí, solo por curiosidad, si serían tan comunes como hoy las personas que incluso recluidas o sentadas no pueden dejar de agitarse y producir ruiditos repetitivos, golpecitos de bastón, de nudi- llos, esos silbidos interminables. Breitner, George Hendrik. Gato en una silla del estudio de Breitner en Ámsterdam (c. 1890 - c. 1910). Crédito: Rijksmuseum 9

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