Palabra Pública N°35 agosto - septiembre 2025 - Universidad de Chile
L a inmovilidad tiene mala fama. Hay que salir, dicen, desempolvarse, espabilarse, despiojarse, su- permineralizarse, elongar. Siendo este mundo tan ancho y colorido, dice un amigo de esos que com- pran pasajes solo de ida, no hay excusa para no salir a darse unavuelta. ¿Quiénvaacontradecirunaverdad tanevidente? La religión del siglo —el bienestar individual— insta a despercudirse haciendo cosas distintas, cosas interesantísi- mas pero que siguen siendo aquello de lo que yo al menos huyo: más cosas que hay que hacer. “Dinamizar”, o sea no dejar tranquiloalgo, unnegocio, unaparejaounaprograma- ción cultural, expresa el deseo de mejorar incesantemente al pobre algo, expandirlo, chasconearlo, capitalizarlo. En la narración popular—una necesidad biológica que hoy satis- facemos con series, microvideos y cahuines por guatsap —, el movimiento y el cambio son consustanciales al formato: sería inviable un canal cuyo influencer residente dijera “hoy hice lomismo que ayer, no tengonada que decir”. El Sleep de Warhol ya no se lo banca nadie. Si te descuidas, para las vacaciones te enchufan un plan de actividades que se asegura de bloquear tumayor anhelo, el más peligroso, pornográfico y culposo: no hacer nada. Y qué decir del deporte, cuyas proezas son tan valiosas como lo era memorizar poesía en la corte del período Heian, de donde provengo (yo creo). La gente incluso paga por el pri- vilegio de correr sobre una cinta que imita el mecanismo de las ruedas de un tanque, ¿lo pueden creer? Si hasta la mejor de todas, mi Rosita Luxemburgo, dejó aquel tan conocido meme: “Quien no se mueve no siente las cadenas”. El culto a la acción, el prestigio del zangoloteo y del des- plazamiento tienen múltiples orígenes, desde la invención del turismo a la ansiedad posmoderna, el temor a la muerte —la quietud definitiva— y la nueva nostalgia por las rodi- llas con costras de cuando nos subíamos a los árboles, al parecer. El capitalismo no se entiende sin la expansión per- manente y su poderoso brazo sicológico, la pulsión por la novedad, que es inestable por definición. La inmovilidad se asocia a la enfermedad y al fin de la vida (claro), al estupor, a la cobardía, a la conformidad (no tan claro). Desde Braudel para acá los historiadores hablan de la lon- gue durée , la larga duración que no es un disco, sino aquel tiempo en que el cambio social era tan lento que las perso- nas por varias generaciones podían no notarlo: hasta donde daba lamemoria, el guion casi no tenía sobresaltos. Como en general la vida era como el forro, nos alegramos de que las cosas se hayan sacudido y movido hacia la democratización de la comodidad y la dignidad, hacia la ciencia, la igualdad de género y la autonomía personal, hacia el helado de palito y las laparotomías, pero siempre se pierde algo en el camino, en este caso la estabilidad de los referentes. A veces, la cali- dez de una comunidad cerrada y protectora a la que siempre podías volver para encontrar un paisaje previsible. 1 En cambio en nuestra época la idea de la aceleración de la historia, que era entre un imposible y una exageración, parece de pronto una mera descripción realista. Nos parece que nada dura y la vida es un soplo, y quizás nuestras neu- rosis se deban a que la evolución de la especie va más lento que el recambio de ansiedades y preocupaciones a las que prestar atención antes de que se desvanezcan en la bruma de la desmemoria. Como no sabemos mucho qué hacer, co- rremos en círculos. 2 ¿Todo se mueve, y demasiado rápido? No realmente, no todo, noel presente en lomás cotidiano. Loque sedesdibuja es el futuro, y eso sí que es desestabilizador. La frustración política de los últimos años, por ejemplo, tiene que ver con esta dicotomía. Por un lado, las personas sienten que nada cambia, que la movilidad social tarda demasiado, que per- sisten la injusticia y la desigualdad. En Chile la gente sigue columna de aquí no memuevo El culto a la acción y el prestigio del zango- loteo tienenmúltiples orígenes, desde la invención del turismo a la ansiedad posmo- derna y el temor a la muerte—la quietud definitiva—. Pero hay cientos de ejemplos de una belleza posible en la detención. La inacción es buen combustible para la ima- ginación, el arte y la inteligencia discursiva. andrea palet Editora, académica y traductora. Fundado- ra de Laurel Libros y editora de la revista Dossier , de la Universidad Diego Portales. Es autora del libro Leo y olvido (2018). 8
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