Palabra Pública N°34 mayo-junio 2025 - Universidad de Chile
C ada vez que una de nuestras células se divide, el adn se replica por completo y dos copias idén- ticas se heredan a las células hijas. Día tras día y año tras año, copiamos esa compleja secuencia de instrucciones y sostenemos una coherencia corporal y ge- nética durante toda la vida. Si tenemos descendencia, ella hereda estas mismas instrucciones, las recombina un poco y lasmezcla con aquellas de nuestra pareja. Pero suadndelata irremediablemente su ancestría, la inmediata y la de todos sus antepasados. En ambas direcciones del tiempo, futuro y pasado, podemos trazar esa relación y esa continuidad, que es enturbiada, apenas, por el azar de las ocasionalesmutacio- nes y las yamencionadas recombinaciones. Si nos remontamos a los albores de la humanidad, en una sabana africana de hace unos dosmillones de años, vivióuna antecesora que nos dio origen a todos los que pertenecemos a Homo sapiens (y a un par de especies más, hoy extintas). Su adn sería reconociblemente humano si lo examináramos, ya que solo tendría diferencias sutiles—ymodestas—con el de cualquiera de nosotros. Pero ¿cuán atrás hay que ir para encontrar a un ser humano que sea el antecesor comúnmás reciente de toda lahumanidad? La respuesta es sorprendente y completamente contraintuitiva. Esa persona probablemen- te vivió a lo más hace tan solo 3.500 años (contemporánea al apogeo de la civilización egipcia). Es decir, todas las per- sonas vivas hoy tienen a ese antecesor en común y único, independiente de razas, etnias, pasados migratorios, sangre real o plebeya, buenos y malos, victoriosos y perdedores. Negar la “hermandad” que nos une con el resto de nuestros congéneres es negar la evidencia que nos proporcionan la antropología, la arqueología, la historia, la genómica, y unos cálculos matemáticos no muy simples, pero confirmables. Hay una creencia popular de que toda persona en el planeta tiene unmáximo de siete grados de separación connosotros, hablando de parentesco, relaciones personales o simple co- nocimiento. Laverdades que, enel aspectogenético, esmás o menos así, considerando lo recién expuesto. Desde la ciencia genómica podemos afirmar, sin duda alguna, que los seres humanos somos una especie altamente coherente, bastante homogénea, yque lasdiferencias aparentes encaracteresque evidenciamos son superficiales; en este caso, literalmente. Sin embargo, esta consanguinidad entre los humanos hoy vivientes y el continuo ininterrumpido que podemos obser- var hacia nuestro pasado reciente se extiende más allá de nosotros, o de los homínidos, primates, mamíferos, etcéte- ra. Podemos ampliar nuestro parentesco fuera de la barrera que nos circunscribe como especie. Lo que reconocemos hoy como grados de homología a nivel genómico (identidad o si- militudes de secuencias en el adn) es alto con especies con las que compartimos ancestros comunes cercanos (por ejem- plo, los primates),menos altoconotrosmamíferos, yno tanto con el resto de los vertebrados. ¿Cuál es mi relación con el gorrión que estoy viendo por mi ventana? También tengo un antecesor común con él, uno que vivió hace más tiempo que el antecesor común que tengo con un chimpancé, pero, al fin y al cabo, eso es cuestión de cuán atrás busco a ese “abuelo” y dónde, arbitrariamente, hago el punto de corte que me con- viene. El árbol de la vida es uno solo (al menos el que subsiste enesteplanetaenel presente) yesonosatahistóricaybiológi- camente al resto de las especies que nos acompañan. Somos tan primos de una levadura como de una planta. Quizás es unamirada que nos puede ayudar a entender la interrelación entre especies y definir al superorganismo (¿Gaia?) que ha engendrado esta colección de seres. Esa mirada debería in- fundir respeto, humildad y asombro. El árbol de la vida es uno solo, lo que nos vincula histórica y biológicamente con el resto de las especies. Somos tanprimos de una levadura como de una planta. Quizás esamirada—que debería infundir respeto, humildad y asombro—nos puede ayudar a entender la interrelación entre especies. miguel l. allende Director del Instituto Milenio Centro de Regula- ción del Genoma. Profesor Titular del Departamento de Biología de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile. el latidouniversal de los genes columna 6
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