Palabra Pública N°34 mayo-junio 2025 - Universidad de Chile
la presunta pureza de clase, raza y gé- nero. Por último, las secuencias más divertidas y al mismo tiempo cáusti- cas, como lahistoriadeunmovimiento antisistema integrado por carabineros que deciden poner una bomba en las oficinas de una tienda para matar a los miembros del directorio, representan- tes de la explotación. Cuando examinamos el arco completo de la dramaturgia comen- zamos a notar que el asunto de la obra es una lectura del “Chile post”. Post proceso constituyente, post es- tallido social, post pandemia y la perplejidad ante la evidencia de que el sueño utópico de la transforma- ción y de los proyectos colectivos terminaron siendo eso, un sueño. Se trata de una dramaturgia bri- llante no solo por la inteligencia de su construcción, sino porque, como pocas obras hoy, logra generar un resplandor de luciérnaga en la oscu- ridad anímica de estos tiempos. Una propuesta que se atreve a transvalorar los sentidos comunes de esta sociedad aletargada, con vistas a producir otro espacio crítico, esta vez también de orden afectivo y no solo argumentati- vo. Como cruzar la perplejidad. Como cruzar el infierno. Pero no es solo la dramaturgia. La escenografía y el di- seño integral de Juan Andrés Rivera y Felipe Olivares, económico y preciso, logra articular el espacio de forma na- rrativa y dramática, constituyéndose también en un personaje. También destaca el notable trabajo conel audio- visual a cargo de Alex Waghorn, que se incorpora en el espacio escénico con toda naturalidad y consistencia. Un trabajo delicado, en el que el sen- tido de lo teatral nunca se desvanece y que genera un plano de profundidad. Lo mismo respecto del diseño sonoro de Daniel Marabolí. Las actuaciones, a su vez, son soberbias. La integración de Coca Guazzini a este elenco ya con- solidado le da un nuevo matiz. Ya no es solo el intercambio ágil de textos inteligentes, ahora también aparece lo contemplativo. El silencio, el vacío, la quietud inquieta del cuerpo en la in- temperie. El trabajo actoral de Carlos Donoso, Paulina Giglio, Gabriel Cañas, Gabriel Urzúa y Guilherme Sepúlveda logra de forma magnífica mantenerse en el límite del estereotipo, jugando con esa contención neurótica de los cuerpos chilenos que sintomatizan esa impotencia del deseo. Vemos la consolidación de una compañía en la que las autorías terminan por diluirse. estampidahumana Dirección: Andreina Olivarí y Pablo Manzi Dramaturgia: Pablo Manzi Elenco: Carlos Donoso, Paulina Giglio, Gabriel Cañas, Gabriel Urzúa, Guilherme Sepúlveda, Coca Guazzini Daniel Corvillón Estampida humana es una obra que, luego de aplaudir con intensidad, uno simplemente agradece. El cuar- to montaje de Bonobo —luego de su potente trilogía conformada por Don- de viven los bárbaros (2015), Tú amarás (2018) y Temis (2022)— supo ir más allá de lo que ya habían logrado, des- plazándose incluso de los marcos que articularon ese proyecto a través de estructuras temporalmente diversas y de un trabajo con lo audiovisual que no rompe lo teatral. Si el teatro es ese laboratorio de la experiencia social, el lugar donde podemos volver a pensar en común la artificialidad de una comunidad provisoria (la de los espectadores), entonces esa función de ágora vuelve en Estampida humana , una obra para pensar cómo hacer de la perplejidad un poder, cómo atravesar el infierno luego de la catástrofe. 63
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=