Palabra Pública N°34 mayo-junio 2025 - Universidad de Chile

V eníamos de un trauma, de una lectura desafor- tunada que no lográbamos olvidar. En algún sentido, se había convertido en una contrase- ña también: cuando un libro no nos gustaba, cuando un libro se nos hacía cuesta arriba, decíamos: ¿peor que Los de abajo ? Por eso el miedo —y la desconfianza— cuando el pro- fesor anotó en la pizarra El, llano, en, llamas, y luego: Juan, Rulfo, mexicano. Un libro de cuentos, dijo, muymuy importante. Un clásico, remarcó, un clásico de la literatura mexicana, un clásico de nuestro idioma, dijo y volvió a tomar asiento frente a nosotros, que inevitablemente comenzamos a pen- sar en Los de abajo , enMarianoAzuela, en esa novela sobre la revoluciónque nunca logramos entender—menos disfrutar. Habían pasado dos años desde aquella experiencia traumática y estábamos ahí, frente a los cuentos de Rul- fo, sin nada de entusiasmo, con muchísima desconfianza, seguros de que una vez más nos aburriríamos y no enten- deríamos nada. Y así fue. Teníamos 15 años y no logramos entrar en el mundo de Rulfo. Pero hubo algunas señales, pequeños detalles que invitaban a creer en un futuro mejor; el cuento “Macario”, sobre todo: entendimos aMacario o, al menos, sentimos que podía ser uno de los nuestros, un amigo, un conocido, un hermano, alguien que tenía todo ese revoltijo en su cabeza y vivía conmiedo de irse al infierno. De todas formas, en la prueba nos fue pésimo y olvi- damos rápidamente a Rulfo y a Macario y a todos esos personajes grises y tristes. Y pasó el tiempo, y el tiempo nos golpeó de distintas formas, y nos emocionamos con algunos libros y nos aburrimos muchísimo con otros has- ta que México se volvió a cruzar en nuestro camino, pocos meses antes ya de salir del colegio. Esta vez el profesor anotó en la pizarra: Pedro, Páramo, Juan, Rulfo. Nadamás. Y ocurrió el milagro. Aunque aquí debiera olvidarme del plural, pues no re- cuerdo bien si esta sensación fue compartida por todos —sí por varios, eso sí recuerdo—, pero lo cierto es que Comala, ese lugar lleno de fantasmas, me pareció que podía quedar perfectamente en algún rincón perdido del norte de Chile, de donde venía yo. Sí, de eso estaba seguro: ahí, en medio del desierto, quizá cerca de Pozo Almonte, o a unos cuantos kilómetros de La Tirana, o inclusomás arriba, casi llegando a Quillagua, bordeando la frontera con Bolivia, podía estar ahí Comala: “En la reverberación del sol, la llanura parecía una laguna transparente, deshecha en vapores por donde se tras- lucía un horizonte gris. Ymás allá, una línea demontañas. Y todavíamás allá, lamás remota lejanía”. Fue una revelación: Rulfo escribía sobre México pero también sobre el paisaje donde yo había crecido. Cruzar el desierto chileno, encontrarse un montón de animitas desplegadas por la carretera, detenerse en algún pueblo o avanzar en medio de ese paisaje tan desolado como podero- so eran experiencias que remitían a la literatura de Rulfo, a la inmensidad de un vacío —real, existencial— que solo él era capaz de capturar. Pero no solo escribía sobre ese paisaje familiar, sino también sobre los fantasmas que a esa altura ya amuchos nos comenzaban a acechar. De Comala no se vuelve, de Pedro Páramo tampoco. No solo por el retrato feroz que hace de unmundo—el nuestro: la ausencia eterna del padre, la muerte acechando en cada rincón, ese desfile de personajes populares llenos de inte- ligencia pero abandonados a su suerte—, sino por cómo es una experiencia de lectura única, una de esas novelas que, por sobre todo, te enseña a leer. Quiero decir: después de Pe- droPáramo , reciénpudimos entender Los deabajo , pero sobre todo entendimos qué había en esos cuentos impresionantes comala, chile Cruzar el desierto chileno, avanzar por ese paisaje tan desolado como poderoso, es una experiencia que remite a la literatura del mexicano Juan Rulfo, a la inmensidad de un vacío—real, existencial—que solo él fue capaz de capturar. Comala, ese lugar lleno de fantasmas, podría quedar perfectamente en algún rincón perdido del norte de Chile. diego zúñiga Escritor y periodista chileno. Ha publicado Camanchaca (2009), Racim o (2014) y Tierra de campeones (2023), entre otros libros. Fue editor de Cultura de revista Qué Pasa y ha publicado en medios chilenos y extranjeros. Es miembro de la editorial Montacerdos. columna 43

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