Palabra Pública N°34 mayo-junio 2025 - Universidad de Chile
E l video es corto, pero ilustrativo: por varias cuadras, en una suerte de travelling , se ve a una veintena de vendedores ambulantes que colapsan las veredas del Pepsi Center wtc, en la colonia Nápoles. “¡Aquí están las orejas de Bodoque!”, grita una señora, mientras un tipo sostiene una bolsa gigante con peluches de Juanín, Mario Hugo, Patana y hasta el Dinosaurio Roberto. “Si la in- dustriapirata es índicedepopularidad, noestamos nadamal enCiudaddeMéxico”, dice ladescripcióndel video, subidoel año pasado en el Instagramde 31 minutos durante el estreno de Don Quijote , obra protagonizada por Tulio Triviño. Posta- les de este tipo para graficar el fanatismo de los mexicanos haymuchas: para entrar a la exposición museo 31 en el Mu- seo Franz Mayer de Ciudad de México, por ejemplo, la gente hizo fila desde las seis de lamañana, y, como si fuera poco, el éxito fue tan grande que la muestra fue extendida de tres a sietemeses, en los que la visitaronmás de 270mil personas. “Todos los días había una locura de gente, se transformó en una especie de lugar de procesión. Fue impresionan- te”, cuenta Álvaro Díaz (1972), que pocos días después de esta conversación partió a Monterrey junto a Pedro Peira- no y Pablo Ilabaca a dar una serie de conferencias tras la inauguración de museo 31 en esa ciudad. Ahí, firmando autógrafos, pudieron ver todo el fanart imaginable: zapati- llas, poleras, dibujos, llaveros, cómics, tatuajes y hasta fotos de Juan Carlos Bodoque convertido en presidente de Méxi- co. “Allá hay un tipo de fan de Comic Con, un poco excesivo, muy devoto, que traspasa esemundo a 31minutos . Entonces puede haber una mamá que le hace una casa de 31 minutos a su hijo o un fan muy ansioso que se disfraza de Bodoque. Es un fanatismo duro. Haymucha gente loca, personas con muchos recursos. A veces no es agradable”, confiesa Díaz, que de su último viaje volvió con llaveros de la portada de su nuevo libro, Magadán ; figuras tejidas, stickers , fotos de fans y cartas. “Cuídese mucho y no olvide que es usted una persona maravillosa”, dice una. La historia de amor —y obsesión— entre México y 31 mi- nutos empezó en 2006, tres años después de que el show debutara en la televisiónchilenay se transmitiera luegoenel cable latinoamericano a través de Nickelodeon. “Mi anterior socio, Juan Manuel Egaña, tuvo la genial idea de regalarle el programa a la televisión pública mexicana, al canal cultural Once Niños, y se convirtió en el show estrella. Era primera vez que daban algo que no era una lata, que no era en tono educativo. En paralelo, en esa época estaba empezando You- Tube y tuvimos la claridad de permitir el pirateo, dejamos que eso sucediera libremente, y así llegamos a lugares más apartados. Por eso, a finales de la primera década de este si- glo, se produjo una expansión subterránea de 31 minutos en México”, recuerda Díaz, que en agosto será parte de la dele- gación de la Universidad de Chile que participará en Filuni, la Feria Internacional del Libro de las Universitarias y los Universitarios, donde hablará justamente de la relación en- tre el programa, el público y la industria cultural mexicana. El fenómeno empezó a crecer, y hacia 2010 31 minutos llegó a lo que Díaz llama “niveles insospechados de popula- ridad”. “Lamoda enMéxico sucedió justo en los años en que no hacíamos nada en Chile, y entramos un poco por arriba, es decir, por las capas sociales altas, a través de niños que querían ver cosas más nutritivas que lo que daban habitual- mente en la tele. De ahí se puso demoda entre universitarios y rockeros, gente con onda, similar al público que tenemos en Chile. Se creó un vínculo impresionante”, cuenta. Enparalelo, en 2012, el proyecto revivió a través del forma- to concierto y se formó una suerte de compañía que empezó a tocar en vivo. Dos años después, se presentaron por prime- ra vez en Ciudad de México, en el Teatro Metropolitan, y el éxito fue rotundo: la prensa habló de un “debut arrollador”, y Pedro Peirano afirmó que era un acto de justicia: “cuando éramos chicos veíamos El Chavo y todos los dibujos anima- dos que eran doblados en México, y 31 minutos está muy influenciado por eso. Entonces es increíble, es como devol- ver lamano”, dijo en ese entonces. Ahí, explica Díaz, se dieron cuenta de que México era algo así como el “mercado natural” del proyecto y se suce- dieron, prácticamente cada año, giras y viajes. El nivel de penetración de 31 minutos fue tal, que hasta hoy muchos fans creen que el programa es mexicano. “Yo siempre creí que 31 minutos se había grabado enMéxico hasta que pensé ‘¿qué es fome?’, y busqué enmi diccionario de aquel enton- ces y no aparecía”, dijo hace poco un usuario de TikTok. El fenómeno se replicó en otros países, en especial en Co- lombia, pero nunca a la escala de México, donde el show y 41
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