Palabra Pública N°34 mayo-junio 2025 - Universidad de Chile
país donde imperan las interrupciones y las mutaciones y los detalles, y esome hizo pensar que buscaba una escritura menos higiénica. Una escritura que se permitiera distraer- se. Y creo que sinMéxico no la hubiera encontrado”. Alejandro Zambra, por su parte, es más ambiguo. Asegu- ra haber escrito Poeta chileno en Chile porque así nombró al cuarto de azotea que adaptó como estudio para trabajar en lasmañanas de inspiración. Vivía en un departamento de la colonia SanMiguel Chapultepec, sí, pero suhijo, que por en- tonces era muy pequeño, en vez de decir que su papá estaba enun cuartode azotea escribiendo, decía que supapá estaba en Chile. Escribiendo, claro. Zambra, en cualquier caso, estaba en un pequeño cuarto desde donde podía escuchar a las beligerantes ardillas del Bosque de Chapultepec mientras escribía una desopilante, conmovedora—e inobjetablemente chilena—novela. Gon- zalo, el protagonista, es un poeta malogrado que se acerca a la literatura desde la docencia, cargando con una vocación que asumemás como obstáculo que como destino. Su reen- cuentro con Carla, amor de la adolescencia, lo introduce en la vida de Vicente, un niño brillante que lo acoge sin reser- vas. Así, Gonzalo debe llevar a cabo su vocación como padre de soslayo, es decir desde la “padrastría”. Con la paternidad, como con la poesía, parece habitar una versión en sombra: una forma de ejercer el deseo desde el margen. Dice Zambra: “Salvo unas referencias incidentales a la película Y tumamá también y a José Emilio Pacheco (y al can- tante Emmanuel, casi seme olvida), en Poeta chileno México no aparece y, sin embargo, creo que no habría escrito esta novela, o que seríamuy distinta, sin estos años mexicanos”. Alejandro Zambra, una vez en México, país al que había llegado por motivos personales, sin un boleto de vuelta, co- menzó a preguntarse qué tipo de chileno iba a ser: “quería que la nostalgia se volviera ligera, útil y brillante”. Aunque las primeras ideas de la novela ya existían antes, de repente le pareció que Poeta chileno (la más chilena de sus novelas) tenía que escribirse enMéxico. La Ciudad deMéxico se con- vertiría, paradójicamente, en una ausencia en el libro, y esa ausencia permitiría la presencia de Chile. “Solo entiendes tu lenguaje y tu paisaje cuando empiezas a perderlos”. El cartógrafo del “Mapa de las novelas escritas en la Ciu- dad de México en donde Chile es el escenario principal…” omitió, tal vez por ignorancia, tal vez porque estaba distraí- do en la muy específica búsqueda de novelas sobre Chile inspiradas por la Ciudad de México, otra coincidencia: que Mambo y Poeta chileno fueron escritas más o menos al mis- mo tiempo. Es decir que por el año 2019 Alejandra Moffat y Alejandro Zambra se encontraban escribiendo novelas que transcurren enChilemientrasmiraban versionesmás ome- nos similares de la Ciudad de México por la ventana, como un recordatorio de que las novelas carecen de identidad na- cional, o, lo que resulta indudable y ostensiblemente mejor, que las novelas saben cruzar fronteras mejor que los vivos y tambiénmejor que los muertos. Fabián Rivas 39
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