Palabra Pública N°34 mayo-junio 2025 - Universidad de Chile
tancias de otra naturaleza, sobre todo imaginadas, entre mundos que no tienen nada que ver y que coexisten. Tantas ciudades dentro de la ciudad. En paralelo, en esta revolución de los datos, las redes sociales se han convertido en protagonistas privi- legiadas. Así, hace poco más de cinco años, durante el estallido social fueron capaces de difundir información fundamental que los medios oficiales trataron con ex- tremo celo y demora, constituyéndose en un mecanismo efectivo para la libertad de expresión. Hoy, sin embar- go, esas mismas redes han cavado profundas trincheras ideológicas, donde la verdad importa poco si puede ser moldeada para encajar en la burbuja que elegimos habi- tar, dando paso a verdades a la carta. Esto lo describe muy bien el filósofo surcoreano Byung- Chul Han cuando habla de los enjambres. Nunca antes estuvimos tan distanciados como hoy, en que nos ence- rramos en comunidades de quienes piensan igual y que deciden no solo tomar distancia, sino además negar al que piensa distinto, haciendo de la diferencia un enemigo al que se debe suprimir y soñando con sociedadesmonopensantes nomuy lejanas a un infierno. Esa distancia y desconexión causada paradojalmente por la hiperconexión no solo es patrimonio exclusivo del mun- do virtual y digital. Nuestras ciudades, y en especial una ciudad del tamaño de Santiago, también viven procesos que en sus mejoras y aceleración crean burbujas y espacios que, a pesar de sus posibilidades infraestructurales, no logran conectarse socialmente, creando con ello una coexistencia de múltiples territorios en el mismo espacio. Santiago acoge al país desarrollado y al país en vías de desarrollo, y la infraestructura puede ser el medio para vi- sualizarlo. Mientras en un lugar de la ciudad la educación escolar tiene un costo promedio cercano a dos sueldos mínimos mensuales por alumno, a 30 minutos de allí, mediante una autopista urbana, existen serias dificulta- des para evitar la deserción escolar en escuelas sin costo directo para el hogar. Pero gracias a la conectividad, eso no se ve. Y peor aún, tampoco se quiere ver. A cinco años de un estallido social que reveló injusticias y tratos indignos generalizados hacia la población, asis- timos a un presente en el que se destacan únicamente los hechos delictivos ocurridos, negando el malestar que los originó, como si todo hubiera sido parte de un plan urdido por una organización extranjera capaz de movilizar a la po- blación desde los rincones más remotos del país. Todo esto, probablemente, discutido en un magnífico restaurante del barrio alto, donde ni siquiera en los peores momentos de tensión social se llegó a respirar el aire tóxico del humo que inundaba al resto de la ciudad, que hoy, en silencio, vive sus múltiples realidades de manera fragmentada, en una desconexión que es espacial, pero sobre todo social. Una fragmentación fomentada, demanera inesperada y paradó- jica, por nuestramejor conectividad. Vista aérea del sector del Parque Forestal, en Santiago de Chile. Crédito: Javier Torres / afp 35
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