Palabra Pública N°34 mayo-junio 2025 - Universidad de Chile
global. La unidad de análisis, entonces, es el individuo en el mundo, independiente de dónde es él o ella, y ves cuán enormes son las desigualdades entre individuos idénticos. En otras palabras, tienes a un tipo con el mismo coeficien- te intelectual y el mismo esfuerzo en Zambia y en Estados Unidos, pero sus ingresos difieren en una proporción de 1 a 10. Entonces, dices: “bueno, algo no está bien”. Al final de Miradas sobre la desigualdad usted se pregunta cuáles serían las implicancias para la di- plomacia global, las democracias y la corrupción ante la emergencia de una elite global. ¿Ha cambia- do esta pregunta? —Ahora hay más personas que se ubican en la mitad de la distribución global de ingresos. Y no son homogéneos, porque provienen de distintos países. Es una suerte de cla- se media global (y uso esta palabra muy cuidadosamente). El problema es que, cuandohablamos de clasemedia, tene- mos en mente la clase media dentro de un Estado nación. Y la clase media ha sido vinculada a la estabilidad, porque no desea perder su poder político frente a los más ricos y tiene miedo de que los más pobres se apropien de sus con- quistas. Entonces, la clase media se vuelve un elemento de estabilidad porque quiere democracia y protección. Pero cuando pones esto en una perspectiva global, esa clase media global no tiene instituciones políticas a través de las cuales puedan implementar lo que decidan, porque es- tas existen a nivel nacional. En otras palabras, personas en Shanghái y en París, con ingresos similares, tendrían un patrón de consumo más o menos similar. ¿Pero eso signi- fica algo políticamente hablando? ¿Cómo se promueve el debate intelectual para abor- dar los problemas de desigualdad? —Investigación empírica y desarrollo teórico. Creo que la investigación debiera orientarse a generar preguntas relevantes y no solo a plantear cuestiones prácticas o apli- cadas. Eso vendrá después. En el caso de la desigualdad a escala global, las respuestas prácticas serían crear ins- tituciones internacionales más sólidas. Estoy consciente de que hablar hoy de instituciones internacionales más fuertes parece no tener sentido. Sin embargo, teóricamen- te, si pretendes hacer algo al respecto, ese debiera ser el camino. Porque la principal causa de esta desigualdad en el mundo es que millones de personas viven en países po- bres. Pero no lo eligieron. Solo nacieron ahí. Y, entonces, la forma de reducir la desigualdad es que aceleres el cre- cimiento de los países pobres. ¿Pero cómo? Y aun cuando no estemos de acuerdo en cómo hacerlo, no debiera desa- nimarnos a trabajar en ello. Un hombre sin hogar duerme en las calles de París, en 2025. Crédito: Joel Saget / afp 31
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