Palabra Pública N°34 mayo-junio 2025 - Universidad de Chile

estilos de escritura y argumentación. Hay ecuaciones o conceptos en economía que llevan sus apellidos (el prin- cipio de Pareto, la curva de Kuznets) o escuelas completas construidas sobre la obra de Smith o Marx. Se trata de au- tores que ha estudiado toda su vida: “ante todo, escribí este libro para mí. Partí leyendo a Marx cuando tenía 18 años. Todavía utilizo mis notas de entonces”, cuenta. El autor también aborda lo que caracteriza como un largo eclipse en el interés de la economía en la desigual- dad entre las décadas de 1960 y 1990. En su epílogo, sin embargo, identifica movimientos que demuestran un renovado momento contemporáneo de estudio sobre el problema. El libro se propone explorar la trayectoria in- telectual de cómo una idea fundamental en los estudios económicos contemporáneos, como la desigualdad, se ha ido construyendo y deconstruyendo teórica, empírica y narrativamente en más de dos siglos. Milanović es un buen orador y consigue transmitir su entusiasmo por comprender mejor la historia de las ideas económicas. De hecho, el relato es uno de los tres ele- mentos que, a su juicio, tienen los mejores estudios sobre la distribución de la renta. Los otros dos son la teoría y el trabajo empírico, los datos. Es lo que llama un estudio inte- grador de la distribución de la renta. Parece un elemento secundario en las investiga- ciones, pero es muy importante: este tipo de trabajos —y otros— deberían combinar teoría, trabajo em- pírico y un relato. ¿Cómo podemos expandir esta reflexión hoy? —Tal vez sería útil explicar cómo es que llegué a estos tres requisitos pues, como sabes, no es algomuy innovador. Pero cuando estudiaba el periodo entre 1960 y la caída del Muro de Berlín en 1989, me sorprendía la incapacidad para combinar esos tres elementos. Había numerosos ejemplos, pero muchos estudios empíricos ni siquiera trataban de teorizar cómo la distribución de ingresos se determina. O había estudios extremadamente teóricos que no tenían ninguna relación con la realidad. Por ejemplo, se asumía que los individuos tenían perfecto conocimiento sobre el futuro de sus salarios, una suposición ridícula en un siglo donde hubo nacionalizaciones, dos guerras mundiales, hi- perinflación, desempleo masivo… ¿Cómo asumes que las personas son agentes quemaximizan sus ingresos con total conocimiento sobre cómo van a ser sus salarios o los pre- cios o con quién se casarán? Es una locura. Y, finalmente, había estudios que trataban de determinar la distribución de ingresos, pero no se podía ver la conexión entre los datos y la teoría. De allí viene la crítica. Desigualdad, a futuro | ¿Qué datos tenemos sobre hoy, pero también sobre el pasado, que permiten entender me- jor qué está pasando? Milanović destaca tres pilares sobre los que se está innovando en este campo de estudio: lo que podría denominarse una teoría política de la distribución de la renta, del economista francés Thomas Piketty; la ex- plotación de fuentes históricas y de archivo que, si bien existían, se han visibilizado gracias a la digitalización y el tratamiento de grandes cantidades de datos y que se cono- ce como “tablas sociales”; y, finalmente, el estudio empírico de la desigualdad pero a escala global. Estas tres dimensiones, señala, “lidian con el pasado, el presente y el futuro. Aunque el trabajo de Piketty se basa en el pasado, con datos del siglo xix, evidentemente abor- da el presente”, explica el economista. Sabemos que los imperios romano o bizantino eran desiguales. Sin embar- go, ahora es posible empíricamente caracterizar en qué consistían dichas desigualdades. “¿Por qué esto es im- portante? Porque básicamente estamos redescubriendo nuestro pasado y la estructura de las sociedades. Sabemos que la aristocracia era poderosa. ¿Pero cuán poderosa? Y cuando redescubrimos nuestro pasado, creamos una ta- xonomía o tipología de diferentes sociedades, que tienen distintos tipos de desigualdades. Ese conocimiento his- tórico ilumina mucho qué es lo que estamos viendo hoy como desigualdad global”. Y así, dice Milanović, se vislumbra un tercer pilar, un área completamente nueva, incluso a nivel metodológico, que implica preguntarnos cómo comprendemos la des- igualdad de ingresos a nivel global: —Te voy a dar un ejemplo. Es difícil que alguien diga “es- toy en contra de la igualdad de oportunidades, porque creo que los blancos debieran ser siempre más ricos que los afrodescendientes”. Todos estamos, al menos en principio, de acuerdo en que debe haber igualdad de oportunidades. Cuando trabajas sobre desigualdad global, te das cuenta de que este principio es posible aplicarlo al nivel de Estado nación. Estamos a favor de la igualdad de oportunidades para todas las personas, ya sea en Chile, Bolivia, el Reino Unido o Estados Unidos. Pero eso no funciona a escala “En el caso de la desigualdad a escala global, las respuestas prácticas serían crear instituciones internacionales más sólidas. Estoy consciente de que hablar hoy de (esto) parece no tener sentido. Sin embargo, si pretendes hacer algo al respecto, ese debiera ser el camino”. 30

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