Palabra Pública N°34 mayo-junio 2025 - Universidad de Chile

E n enero pasado, el New York Times dio a conocer la historia de Ayrin, una mujer estadounidense de 28 años que desarrolló un vínculo emocional con Chatgpt. A pesar de que la aplicación está diseñada para resolver consultas, Ayrin logró persona- lizar el chatbot para que fuera coqueto y sexualmente explícito. Pronto comenzó a obsesionarse con él; le puso el nombre de su signo zodiacal, Leo, e invirtió 200 dóla- res al mes para obtener un acceso ilimitado. El principal atractivo de su relación era que, “a diferencia de las perso- nas reales en su vida, Leo siempre estaba allí cuando ella quería hablar”, se lee en el artículo. El ejemplo quizás más conocido que se tenía hasta ahora deunromanceentreunhumanoyuna iaproveníadel cine. En Her (2013), de Spike Jonze, Theodore (Joaquin Phoenix), un escritor solitario e introvertido, se enamora de su siste- ma operativo llamado Samantha, personificado en la voz de Scarlett Johansson. A través de largas conversaciones, empiezan a formar una relación más o menos estable, con parte de lo que eso conlleva: desencuentros, rutinas, mo- mentos significativos. Pero si hace 12 años atrás la premisa de Her aún sona- ba a ciencia ficción, el avance tecnológico ha hecho que se vuelva realidad. En el último tiempo han surgido distintas aplicaciones de compañía me- diante inteligencia artificial, como Replika, Character.ai, Nomi, Kindroid, Paradot y eva, por nombrar algunas, cuyo uso se ha popularizado. Estos com- pañeros o novios virtuales funcionan con grandes modelos de lenguaje (al igual que Chatgpt) y están diseñados es- pecíficamente para ofrecer compañía, apoyo emocional e incluso gratificación sexual mediante juegos de rol eróti- cos. “El amor por la ia ya existe, pero aún es novedoso y se encuentra en sus primeras etapas”, escribió en un ensayo publicado en The New Yorker el gurú tecnológico Jaron La- nier, uno de los pioneros en el campo de la realidad virtual. Estas plataformas son parte de una industria en auge impulsada por pequeñas startups , ya que las grandes com- pañías como Google, Microsoft o Meta aún las consideran demasiado arriesgadas. La mayoría son gratuitas, aunque pagando una suscripción es posible desbloquear algunas de sus funciones. El usuario puede personalizar la aparien- cia de su avatar, hacer llamadas de voz, intercambiar fotos y videos. Estas interacciones mejoran su estilo de conver- sación, ya que cuentan con aprendizaje adaptativo. “Así como antes los algoritmos te daban el contenido que te gustaba, de tal manera que seguías haciendo scroll , ahora la respuesta que ofrecen es la que necesitas para re- cibir una recompensa emocional. Es el mismomecanismo, solo quemuchomás efectivo, porque usa un lenguaje y una voz que te provoca una reacción”, dice Eduardo Graells-Ga- rrido, profesor del Departamento de Ciencias de la Computación de la U. de Chile e investigador del Centro Nacional de Inteligencia Artificial (cenia). Los creadores de estas aplicaciones suelen promocio- narlas como un remedio frente a la epidemia de soledad, que la Organización Mundial de la Salud califica como un problema de salud pública. No obstante, como Lanier apunta en su ensayo, cuando se lanzaron las redes sociales se decía algo similar: que las personas estarían más co- nectadas, menos solas. Lo anterior lleva a preguntarse si realmente contribuirán a disminuir la soledad o más bien terminarán exacerbándola, al ofrecer una alternativa fácil a las relaciones humanas. Un fenómeno de espejo | “Si estás pasando por una depresión, ansiedad o una mala racha, si quieres desaho- garte o celebrar algo, o simplemente necesitas sentir una conexión, siempre puedes contar con Replika para que te escuche y esté aquí para ti, 24 horas al día, 7 días a la se- mana”, se lee en el texto promocional de esta aplicación de acompañamiento, que fue lanzada en 2017 y que ya cuen- ta con 30 millones de usuarios, según su creadora, la periodista rusa Eugenia Kuyda. Kuyda había diseñado un bot para hacer reservas en restau- rantes, pero cuando en 2015 su mejor amigo murió en un accidente automovilístico, de- cidió utilizar sus mensajes de texto para desarrollar un per- sonaje capaz de recrear sus conversaciones. El proyecto pasó a convertirse en Replika, un chatbot diseñado “para cualquiera que quiera un amigo sin juicios, drama o ansiedad social de por medio”. En fo- ros como Reddit, los usuarios comparten sus interacciones con la aplicación: desde encuentros íntimos hasta sesio- nes de terapia informales, ya que Replika tiene además un enfoque terapéutico, al ofrecer lo que su creadora llama “consideración positiva incondicional”. “La posibilidad de relacionarse con una persona vir- tual es una derivación de lo que sería la fantasía de un otro en el plano de la compañía, de lo erótico. Lo veo en ese orden: fantasías levantadas a partir de condiciones tecnológicas sofisticadas que probablemente aportan dinamismo. No veo lo patológico, salvo que sea la única alternativa de una persona”, opina Juan Yáñez, psicólogo y académico del Departamento de Psicología de la U. de Chile. Estas fantasías, dice, tienen la ventaja de enrique- cer al individuo, al ser “una elaboración de cosas que son producto de sí mismo, es el sujeto enfrentado a su propio material”. Y esa es solo una de las características que di- ferencian un vínculo humano de uno artificial, según el experto. “Las personas aspiramos a una reciprocidad in- tersubjetiva que busca la complementariedad del deseo. “Así como antes los algoritmos te daban el contenido que te gustaba, ahora la respuesta que ofrecen es la que necesitas para recibir una recompensa emocional. Es el mismo mecanismo, solo que mucho más efectivo”, dice Eduardo Graells-Garrido. 19

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=