Palabra Pública N°34 mayo-junio 2025 - Universidad de Chile

Hoy en día experimentamos los embates civilizatorios de una sociedad que ha perdido la memoria acerca de la importancia del ocio. Para el pensador alemán Josef Pieper (1904-1997), esta reside en la capacidad de los individuos para ejercer un tiempo libre orientado a la creación de pre- sentes autónomos, en lugar dedejarse arrastrar por unorden laboral que borra el ahora e impone futuros productivos. La organización de la existencia —que solo adquiriría validez dentro de los parámetros de eficacia profesional, laboral y académica—no permite visualizar las dimensiones lúdicas, eróticas, creativas y terapéuticas de los tiempos libres no-ca- pitalistas. El ritmo acelerado de estos tiempos no facilita las experiencias de la demora, la quietud y la contemplación, lo que provoca fuertes crisis de estrés en los individuos. Los medios de comunicación, por otra parte, han desarrollado el negocio de la información mediante la generación frenéti- ca de imágenes que incitan y estresan a los cuerpos de una sociedad. Al consumo desenfrenado de imágenes televisi- vas se suma el incandescente mundo de las redes sociales, la vida digitalizada y la razón algorítmica, donde la hiperco- nexión de la existencia se somete al ritmo calculado del “me gusta”. Pasar horas mirando pantallas de celulares implica perder el tiempo en dispositivos creados para generar ansie- dad y mantenerse conectado al servidor de una aplicación. Esto explica, en gran parte, el creciente número de afecta- dos y afectadas que solicitan citas médicas psiquiátricas en busca de un esquema farmacológico que ayude a sostener la productividad y una saludmental estable. La ausencia de ocio no solo afecta a quienes se encuen- tran en una etapa plenamente productiva, sino también a quienes atraviesan la vejez. La soledady abandonoque expe- rimentan los ancianos y ancianas en Chile es preocupante. La etapa del retiro se encuentra condicionada por la preca- riedad que ha provocado un sistema de pensiones injusto, y que precisamente desprecia el tiempo final de la vida. Recuperar el ocio no solo implicaría recrear la vida hu- mana desde una dimensión cultural que distendería las relaciones sociales productivas, sino que también pro- vocaría una resignificación de nuestra existencia. Esto permitiría vivir una experiencia del tiempo ajena a la lógica del dinero, el crédito y el ahorro, y, de paso, haría colapsar tanto el modelo que subordina el deseo a lasmercancías y a las acciones utilitarias como el horizonte de una vejez car- gada de desesperanza. Caspar David Friedrich. Dos hombres contemplando la luna (ca. 1825–30). Crédito: The MetropolitanMuseumof Arts, Nueva York 17

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