Palabra Pública N°34 mayo-junio 2025 - Universidad de Chile

ron el primer ejemplo de neuronas descritas en detalle. Poco después, Robert Remak, médico alemán, ob- servó que el tejido nervioso estaba también compuesto por una malla extremadamente fina y compleja de filamentos. En 1851, HeinrichMüller, anatomista alemán, describió las cé- lulas que forman estos filamentos, luego denominadas neuro- glia debido a su función de soporte para las neuronas. La literatura científica de esta época propuso una orga- nización jerárquica de estos dos elementos: en la cúspi- de se situaron las neuronas, consideradas el componente fundamental del sistema nervioso, en gran parte gracias a los trabajos de Santiago Ramón y Cajal, científi- co español que compartió en 1906 el Premio Nobel con el italiano Camillo Golgi. Para la historia científica, los galardonados tenían teorías contra- puestas sobre el funcionamiento del sistema nervioso. Sin embargo, sin los métodos histológicos de tinción de células del tejido neuronal descu- biertos por Golgi y perfeccionados por Ramón y Cajal —que permitie- ron visualizar las neuronas—, este último no habría podido proponer la teoría neuronal, que establece que las neuronas son la piedra angular del funcionamiento del sistema nervioso debido a su capacidad de transmi- tir información mediante señales electroquímicas. Bajo las neuronas quedaron las células gliales, conce- bidas como un simple “pegamento”. Pero hoy sabemos que esto no es así: ya en 1870, Golgi habíadescrito el con- tacto entre los astrocitos —un tipo de célula glial— y los vasos sanguíneos, sugiriendo que jugaban un rol clave en el transporte de nutrientes desde la sangre hacia las neuronas. Por su parte, Ramón y Cajal propuso que es- tas células constituían un armazón que orientaba el desarrollo neuronal. La minimización de la glía fue transitoria, en parte porque, como escribe Martín Capa- rrós en El mundo entonces (2023), lopropiode la ciencia es “descreer, dudar de todo lo que no se hubiera podido comprobar […] un método basado en la incertidum- bre, la experimentación, la búsqueda constante”. A partir de los años 50, gracias a nuevas técnicas para estudiar la fisiología del tejido nervioso, la invención del micros- copio electrónico —con su mayor poder de aumento—, y el desarrollo de métodos histológicos capaces de teñir estructuras a un nivel subcelu- “¿Es realmente importante saber cuántas neuronas hay? Hoy, en que se confía tanto en el poder de las ciencias de datos, esta cifra suscita, paradojalmente, poco interés científico”. Tractografía de un cerebro humano sano de un adulto joven. Crédito: Alfred Anwander, mpi-cbs / Wellcome Collection 13

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