Palabra Pública N°34 mayo-junio 2025 - Universidad de Chile
A pesar de los enormes avances en neurociencia, el sistema nervioso sigue siendo un misterio. Si bien se ha avanzado de forma considerable en la comprensión de las conexiones neuronales y la transmisión de información, aún no se entiende cómo funciona exactamente la díada cuerpo-cerebro. Las metáforas, como la del cerebro-computadora, se quedan cortas frente a la complejidad de una red que apenas empezamos a descifrar. andrea slachevsky Neuróloga. Doctora enNeurociencias. Investigadora del Centro de Gerociencia, SaludMental yMetabolismo y del Centro deMemoria y Neuropsiquiatría del Hospital del Salvador y la Facultad de Medicina, U. de Chile. Autora de Cerebro cotidiano (2015). conexiones y desconciertos ensayo cerebros crean máquinas que, a su vez, inspiran metáforas científicas. Un ejemplo de ello es la metáfora computacional, surgida a partir de los avances en informática. Sin embargo, estas metáforas resultan insuficien- tes para explicar el funcionamiento del sistema nervioso. Aunque todavía no lo comprendemos por completo, sabemos que está constituido por di- versos elementos interconectados. Una de las primeras preguntas que surgen con la expresión “conexión neuronal” es: ¿qué es loque se conecta? En 1824, Henri Dutrochet, médi- co fisiólogo francés, fue uno de los primeros en describir, gracias al mi- croscopio, dos tipos de células en el sistema nervioso, que más adelante serían identificadas como neuronas y células gliales, las actrices princi- pales de esta historia. Poco después, se formuló la teoría celular, que, al identificar a la célula como la unidad básica de organización de los organis- mos vivos, impulsó una nueva forma de exploración, sin viajes, pero no menos fascinante y exenta de dificul- tades: adentrarse en el microcosmos invisible del cuerpo humano para descubrir su variada fauna celular. En 1830, el científico checo Jan Evangelista Purkinje describió en el cerebelo unas células en forma de gota con prolongaciones rami- ficadas únicamente presentes en el sistema nervioso y que hoy llevan su nombre. Las células de Purkinje fue- E scribir sobre conexiones y desconexiones neuronales podría parecer la ocasión ideal para describir el fun- cionamientodel sistemanervioso con sus distintos componentes: el cere- bro, la médula espinal y una maraña de nervios que lo conectan con otros órganos y con el mundo exterior. Me refiero, por ejemplo, a las células nerviosas que permiten la visión, el nervio auditivo que posibilita la au- dición, las terminaciones nerviosas en la piel que nos permiten percibir el frío, el calor, la textura y el dolor; o los nervios que envían señales a los músculos para generar movimientos voluntarios o reflejos. Podríamos se- guir con el llamado sistema nervioso autónomo, que controla procesos de los que somos poco conscientes —la respiración, el ritmo cardíaco, el mo- vimiento de los intestinos—, pero sin los cuales la vida sería imposible; y continuar con los receptores que captan el estado hormonal, por men- cionar solo algunos. La información disponible es muy amplia, pero enfrentamos un desafío significativo: aunque hemos avanzado considerablemente en la compren- sión de las conexiones neuronales y la transmisión de información en la maraña de nervios, aún no logramos entender el funcionamiento del sis- tema nervioso en su conjunto. Como señala Matthew Cobb en Una historia de la idea del cerebro (2024), nuestros 12
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