Palabra Pública N°33 dic 2024 /ene 2025 - Universidad de Chile

por el cual llega a existir eso que deno- minamos lo “mundial”. El sentido que tiene para nosotros la idea de mundo —no reducido a la simple materiali- dad esférica del planeta —, como un orden u horizonte de sentido, tiene su origen en el siglo xvi con los viajes de exploración y de relaciones comercia- les que fueron generando un proceso deprogresiva globalización (es decir, de interdependencia) irreversible. La his- toria moderna del mundo comienza, pues, con la historia de lo que es hoy la globalización . Pero a este proceso ma- terial le correspondía, en otro plano, un proceso universal de sentido, capaz de articular la multitud de particulari- dades y diferencias emergentes desde los “nuevos mundos”. Nociones tales como Sujeto, Humanidad y Universal fueron fundamentales. Como seña- la Giacomo Marramao: “mientras la mundialización evoca de inmediato temas e interrogantes clásicos de la fi- losofía de la historia, la globalización parece ante todo asuntode cartógrafos y navegantes”. No resulta descami- nado decir que esta es hoy asunto de empresas multinacionales, redes de información e inteligencia militar. Como señala Jean-Luc Nancy, “un mundo no es mundo más que para quien lo habita”. Siendo la mundia- lización una dimensión esencial del imaginario occidental que hace posible habitar esa facticidad de mag- nitudes irrepresentables que es la globalización, resulta hoy innegable que el proceso de globalización — atendiendo tanto a sus realizaciones como a sus destrucciones— desbor- da el continente de sentido que era el mundo . Este como lugar de arraigo de la existencia humana no puede coinci- dir materialmente con el planeta . Lo que hoy se anuncia como el “fin del mun- do” correspondería al colapso de esa forma hegemónica de comprender y percibir la realidad que se constituye con la modernidad. Tenemos presen- te que la historia del progreso ha sido también la historia de colonialismos, invasiones, imperialismos y dictadu- ras de distinto tipo. El fin del mundo sería, pues, el fin de una época; más precisamente: el agotamiento de la época del mundo . Este agotamiento corresponde al tiempodel “entre comi- llas” en el que nos encontramos ahora. Lo anterior, asociado habitualmente aunclimadeescepticismo, ¿nodebiese inaugurar un tiempo de mayor tole- rancia, flexibilidad, aceptación de las diferencias, debilitamientode las iden- tidades culturales? Lo que sucede, sin embargo, es todo lo contrario. Vivimos en un tiempo de creciente hostilidad e inhospitalidad, de proliferación de comunidades autoinmunitarias contra “el otro”, de proliferación de las fronteras. En el 2011 el antropólo- go Alejandro Grimson sostenía que “la reducción de las distancias im- plicada en la tecnología incrementa la visibilidad de las fronteras cultu- rales. Cuanto más se ha reducido la distancia física, cuanto más se ha in- tensificado la comunicación directa y massmediática, más han aumentado las distancias simbólicas, culturales e identitarias”. ¿Explican estas supues- Campamento improvisado en el campo de refugiados de Bureij, alcanzado por los ataques israelíes en diciembre de 2024. Crédito: Eyad Baba/afp 6

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