Palabra Pública N°33 dic 2024 /ene 2025 - Universidad de Chile

Es posible detectar en la prosa de Peña una evolución considerable desde los textos de ciper, que la acer- can más a un libro como La hermana menor , de Mariana Enríquez, que a sus propios libros anteriores. Por ejemplo, está el recurso de indagar en los cuentos escritos por Callejas buscando mostrar así el imaginario violento y también contradictorio de la agente de la dictadura, una decisión que no entorpece en nada el desarrollo narrativo: por el con- trario, lo nutre. Es muy interesante que Peña utilice estos textos hoy difíciles de hallar, ya que con ello también introduce la pregunta por la literatura que escribió Callejas. En su momento algunos intentaron de- fenderla, como Enrique Lafourcade o, más sorprendentemente, Ger- mán Marín, en su papel de editor en Sudamericana, quien vaciló sobre si debía publicar sus cuentos, un tema que abordó con el entonces gerente general, Arturo Infante. Peña entre- vistó a este último. Según Infante, Marín le dio ejemplos “de escritores célebres que habían simpatizado con Mussolini, con Franco o con Hitler. Gabriele D’Annunzio, Camilo José Cela, Günter Grass, Eugène Ionesco, Emil Cioran”, también le habló de Céline. Pero si bien “¿Conoció usted a Bobby Ackermann?”, el cuento es- trella de Callejas, es un buen relato, no es comparable, ni con la mayor buena voluntad del mundo, con Viaje al fin de la noche , ni tampoco “simpatizar” es lo mismo que asesi- nar y matar a dos personas. De esta brutalidad se daban cuenta la ma- yoría de los editores y escritores que trataron con ella, si bien casi nadie se atrevió nunca a confrontarla. “En ese cuadro amplio y deforme de la Nueva Narrativa Chilena, los cuentos de Callejas bien podrían ha- ber tenido cabida, pero de ella solo se ocupaban las páginas de crónica y de tribunales”, escribe Peña, bas- tante inteligente en su comprensión de ese panorama oscuro, en que al lado de nombres muy valiosos, como los de Pía Barros, Ana María Del Río o Ramón Díaz Eterovic, ronda- ban otros de escritores que sacaron provecho de la situación política atrincherándose en las páginas de El Mercurio . Creo que el periodista solo se apresura un poco cuando arriesga la hipótesis de que “el punto de par- tida del derrumbe del movimiento” de la Nueva Narrativa (¿fue un “mo- vimiento”?) estuvo en la publicación de la crónica de Lemebel sobre Calle- jas. ¿No fue el hecho mismo de que se impusieran los nombres de Leme- bel y Bolaño en la escena literaria de los 90 y de que aparecieran narrado- res jóvenes más interesantes lo que hizo evidente la precariedad de esa construcción de mercado que fue la Nueva Narrativa? Pero Letras torcidas no tiene por qué ser un libro de crítica litera- ria. Sí es un excelente perfil donde reelabora textos anteriores y hace un seguimiento de sus personajes, actualizándolo, con la sabiduría de quien conoce en profundidad el pa- norama político, y con la capacidad crítica de un lector ya antes intere- sado por las ambiciones literarias de un personaje tan bizarro como Pino- chet. “A mí no se me trata de usted”, le dice Callejas a Peña durante las conversaciones en el departamen- to frío y sin alma donde habitó sus últimos años, amargada por haber sufrido el abandono de la dictadu- ra a la que tan brutalmente sirvió, pero sobre todo, por el desdén con que la trató ese mundo literario que le dio la espalda. Una mezcla triste de coquetería, autoridad y dureza, contradictoria como muchos de los materiales que Peña trata con pinzas en este libro. letras torcidas. un perfil demariana callejas Juan Cristóbal Peña Ediciones UDP, 2024 270 páginas 59

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