Palabra Pública N°33 dic 2024 /ene 2025 - Universidad de Chile
Llamamos “Guerra Fría” al período que sucedió a la Segunda Guerra Mundial, un tiempo en que la paz se sostuvo en un clima de inseguridad, y en el que, mientras las potencias no se enfrentaban directamente, murieron entre 30 y 40 millones de personas. A pesar de que han pasado tres décadas desde su fin, la expresión no ha perdido vigencia, si entendemos que se trata de un orden en que la paz se funda directamente en el temor a la guerra. sergio rojas Filósofo, profesor de la Facultad de Artes y de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile. Su último libro se titula El pasado no cabe en la historia (2024). el miedo ante el “findelmundo” ensayo marcaron el sangriento itinerario de la “historia” en el siglo xx: la Primera GuerraMundial (1914-1918), la Segun- da Guerra Mundial (1939-1945) y la denominada Guerra Fría (1947-1989). El escritor británico George Orwell, en un artículo publicado en octubre de 1945 (“Usted y la bomba atómica”), fue el primero en utilizar la expresión “Guerra Fría” para referirse al perío- do que vendría una vez terminada la guerra: un tiempo en el que la “esta- bilidad” dependería de que el mundo, como tal, fuera políticamente incon- quistable dada la igualdad nuclear entre potencias políticamente hos- tiles. La expresión no ha perdido vigencia, si entendemos que se trata de un orden en que la “paz” se funda directamente en el miedo a la guerra ; una lógica que parece no depender de propósitos humanos, allí donde el ob- jeto último del poder es la totalidad . Kant sostenía, en el siglo xviii, que la existencia de tratados o acuerdos de paz, como expresión de la raciona- lidad de los seres humanos, solo era posible en la medida en que los indi- viduos temían a la guerra. Es decir, la posibilidad del conflicto era algo des- pués de todo favorable debido a que los seres humanos, movidos por la ne- A sistimos a un clima de “fin de mundo”, que no con- siste simplemente en la destrucción material de este, por cierto, sino en la crisis o ago- tamiento de una forma de comprender el mundo . Me refiero a que existe una conciencia de que las ideas, los con- ceptos e incluso las palabras que nos permitían hegemónicamente ordenar la realidad al interior de un horizon- te de mundo parecen haber agotado su coeficiente de sentido. Acompa- ñamos, entonces, el uso de ciertos términos heredados de nuestra com- prensión moderna del mundo con el gesto de un “entre comillas”. Pienso, por ejemplo, en palabras tales como “individuo”, “democracia”, “comu- nicación”, “información”, “verdad”, “vida privada” o “cultura”. También la simple diferencia entre “guerra” y “paz” se encuentra en esta condición. La noción de Guerra Mundial nos resulta desde hace un tiempo ex- trañamente familiar, y acaso sea precisamente ella la que expresa de mejor manera lo que hay de abru- mador en lo mundial . El concepto se refiere a un conflicto bélico cuya magnitud compromete el orden del mundo. En este sentido, tres guerras “Auschwitz no nos inocula contra Pakistán Oriental, que a su vez no nos inocula contra Camboya, o Camboya contra Ruanda”. —David Rieff 4
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