Palabra Pública N°33 dic 2024 /ene 2025 - Universidad de Chile

cente como es el tipo de bocados que uno puede o no echarse a la boca. La segunda parte complica la cues- tión. Si hay un tipo de práctica que se ha hecho cargo de expandir los lími- tes de lo que se puede expresar, esa ha sido la del arte. Uno podría esperar con cierta confianza que todo lo que es incomprensible para una sociedad orientadahacialaproductividadohacia la norma moral pueda ser comprendi- do y recibido por el arte. De eso se trata el trabajo artístico, a fin de cuentas, de hacernos comunicable lo que de otro modo sería incomprensible, y por eso es que toleramos mejor las libertades y extravagancias que no permitimos en otros dominios. Por un momento ello parece posible, por un momento pare- ce que la extrañeza de Yeonghye será contenida por la representación que la retrata (“¿Cómo pudo salir algo así de ti?”, le pregunta otro pintor al cuñado). Luego entendemos que el artista, a me- dida que profundiza en su obra, cada vez piensamenos enella y cada vezmás en sí mismo, cada vez se aleja más del misterio que ella representa para acer- carse a su propio deseo. Esta parte está lejos de la denuncia, me parece, y se acercamás a una tragedia cultural. La tercera parte podría desmentir a las dos anteriores. Tal vez el verda- dero amor, el amor de una hermana, sea la llave que permita abrir el mis- terio. Sin deseo y sin interés, liberada de las reglas que imponen las conve- niencias sociales, quizá ella pueda, por fin, comprenderla. Sin ánimo de adelantar el final de la novela, pode- mos adivinar la respuesta. El pozo vertiginoso de Yeonghye arrastra a la hermana que podríamos llamar sana, y lo que pareció primero un alegato político y luego la constatación de la imposibilidad del arte se convierte fi- nalmente, esocreooquierosuponer, en una afirmación triste sobre la naturale- zamisma del ser humano, condenado a la incomunicación y la soledad, al insuperable malentendido. La verdad es que las distancias en- treelmundodeHanKangyel nuestro, aquí en las riberas del Mapocho, son tan grandes que solo puedo hablar en la modalidad de la hipótesis. Es que leer La vegetariana desde Chile pone en juego las propias premisas de una literatura mundial. Aquello que hace posible que leamos esta novela, la traducción y el Premio Nobel que le fue concedido a su autora, se basan en la universal comunicabilidad de las obras de arte. Aquello que trato de leer en La vegetariana es justamente lo contrario, y quizá por eso mismo, por contradictorio, se sostiene. No podemos entendernos ni siquiera entre quienes mejor podrían leernos (nuestra familia, el arte, nuestros amores más queridos), y sin embargo el único modo en que podemos vivir juntos debe ocurrir a través y a pesar del malentendido. la vegetariana Han Kang RandomHouse, 2024 168 páginas 57

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=