Palabra Pública N°33 dic 2024 /ene 2025 - Universidad de Chile
la vitrina Sángrate agua. Poesía reunida 2003-2024, de Roxana Miranda Rupailaf. Editorial uv, 2024 Voy camino al sur cuando descubro que Roxana Miranda Rupailaf (1982), la autora del libro que leo, es oriunda de los mismos paisajes a los que me dirijo. Recuerdo los nombres de Rosabetty Muñoz, Sergio Mansilla o Maha Vial, otros maestros de la poesía del sur. Veo la Cordillera de la Costa por la ventana y la avisto también en los poemarios que reúne Sángrate agua , en la sensualidad de los versos de Las tentaciones de Eva (2003), en las abstracciones descarnadas de Kewakafe (2022) y Shumpall (2011) —aquella obra que Héctor Hernández, en el prólogo, inviste como un clásico de la poesía contemporánea—, en las traduc- ciones al mapudungún de Seducción de los venenos (2008) y Trewa Ko (2018), y en las poderosas añoranzas del inédito Una sombra queme gusta (2024). Tiene razón Hernández en intuir que la obra de Miranda Rupailaf es también un viaje desde los mitos originarios hasta la agonía de estos tiempos, un cruce que revela que los mapuche son nuestros griegos, y nosotros los romanos leyendo demasiado tarde el oráculo de nuestra tragedia. —Gabriel Godoi Estado de materia, de Carlos Cociña. Lumen, 2024 Como una suerte de poética o un mandato tal vez, el poeta Carlos Cociña (1950) escribe: “Quebrar el código es necesario para abrir un enigma. Es una constan- te, un problema abierto, un accidente, un lenguaje que antes ya sonaba en los elementos”. Estado de materia , su último libro, es una invitación a entrar en ese enigma, en ese código quebrado, y a descubrir ese lenguaje que ya sonaba en los elementos. Desde Aguas servidas (1981) que Cociña viene indagando en una poesía que empuja los límites del lenguaje poético hacia otras disciplinas, cru- ces que le han permitido abordar la realidad con una mirada nueva, desplazada. Aquí convoca al paisaje, a los sonidos, a la memoria: “Nos ocultamos tras el len- guaje, pero nos delata con códigos que no podemos controlar”, anota un poco más adelante, en un libro que pareciera insinuar que en la materialidad de las cosas reside el secreto del mundo. Solo hay que estar atento: “Hay lugares donde nada sobresale, sin embargo, es imposible olvidarlos”. —Diego Zúñiga La tristeza de nuestros museos, de Cecilia Bettoni. Ediciones Metales Pesados, 2024 La Segunda Guerra Mundial marcó el declive de Francia en el escenario mun- dial y también en las artes, un terreno donde reinaba. La derrota, eso sí, no fue sin lucha: una serie de exposiciones empezaron a llegar a estos rincones con un mensaje claro: Francia no solo era la cuna del arte moderno, también sería el futuro del arte contemporáneo. La tristeza de nuestros museos. Derivas de la mo- dernidad en América Latina , el ensayo de la profesora y escritora Cecilia Bettoni, cuenta la historia de la muestra francesa más exitosa que aterrizó en Chile, De Manet a nuestros días , inaugurada en 1950 en el Museo de Bellas Artes y que con sus 58 mil visitantes fue un hit . Cada día, unos jóvenes José Balmes, Roser Bru o Gracia Barrios la visitaban para ver, por primera vez, originales de Picasso, Léger o Delaunay, y aunque los vanguardistas la celebraron, la crítica fue más ácida: faltaban Cézanne, Van Gogh y Gauguin. Con gran talento, Bettoni reconstruye este hito y, de paso, nos recuerda cómo América Latina ha sido, siempre, un te- rritorio en disputa para las grandes potencias. —Evelyn Erlij 52
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=