Palabra Pública N°32 sept - oct 2024 - Universidad de Chile

notado musico teatral y compositor de la obra—, quien en algúnmomento lo abandona y ocupa el espacio plano del escenario. Las palabras son accio- nes, dice en una ocasión la interprete, pero también interacciones, sonidos y luz. Todos los elementos que con- curren en el montaje se entrelazan en una lógica de correspondencias sen- sibles: sonidos que son luz, cuerpos que son palabras, luz que es cuerpo. Y entre esta red de estímulos, la in- terpretación de Patricia Rivadeneira resulta generosa y precisa, pues no desea ponerse en el lugar del maestro ni del conferencista magistral. No se trata de una perfoconferencia sobre la vida del biólogo. Fiel al concepto de red de interacciones, su interpre- tación se convierte en una especie de nodo conector, la chispa eléctrica que activa el sistema nervioso. Es así que el montaje se va sucediendo en un orden más bien rizomático, lo que hace di- fícil describirlo linealmente. El relato heterogéneo y esta concurrencia des- jerarquizada de lenguajes son lamejor metáfora de un proceso autopoiético. Pero hay algo más que palpita en esta obra. Es la permanente referen- cia a la situación en la que estamos como espectadores. El teatro, o más bien el suceso teatral, es citado como ejemplo paradigmático de la con- dición autopoiética. Ya al inicio, Rivadeneira nos dice: ““Para que yo juzgue a esto como un teatro, es ne- cesario que yo reconozca que ciertas relaciones se dan entre partes que llamo: escenario, cuerpos, vestuario, música, lusz, audiencia, palabras, de manera tal que se haga posible […]. Lo relevante son las relaciones que deben ocurrir para que esto sea”, y no las definiciones de estilos o géneros escénicos. Este gesto autorreflexivo que Oyarzún impone a su monta- je no es nuevo. Se trata de pensar, y hacerlo es siempre reflexionar cómo vamos elaborando el pensamiento mientras sucede. La metáfora tea- tral resulta no solo oportuna, sino plenamente consistente. Para la dra- maturga, el teatro logra desplazarse de esa tradicional metáfora social del “teatro del mundo” hacia una dimen- sión ontológica. No es, entonces, solo la sociedad o la cultura, como creía el dramaturgo ruso Nikolai Evreinov, lo que funciona teatralmente; es el de- venir de la existencia como tal la que pareciera funcionar de este modo, sobre todo al imaginarla como una red de interacciones. Es decir, cuan- do llegamos a percatarnos de que la materia y los cuerpos vivos no son identidades fijas ni simplemente en movimiento, sino interacciones o intracciones, como las llamaría la filósofa estadounidense Karen Ba- rad, es decir, que las cosas existen en el contacto mutuo de unas y otras, ni antes ni después. Y es que, desde siempre, el suceso teatral ha funcio- nado comouna apertura afectivapara la comprensión de este fenómeno, en la que el acto de afectar y dejarse afectar no está exento de tensión. A lo pies de un árbol logra hacernos ver la conflictiva relacionalidad en la que se reúne lo existente, desde la le- vedad de un corpúsculo celular hasta la densidad de esos grandes organis- mos que son las ciudades. La vida es conflicto, y ese conflicto moviliza, desencadena, despliega. Como en el teatro, el suceder autopoiético es una intensa y necesaria tensión gracias a la cual nos encontramos. En efecto, la metáfora teatral se consuma en la idea de una dramática de la vida, ex- periencia a la que el trabajo sensorial del montaje nos invita en cada mo- mento de su ejecución. A los pies del árbol es una obra sobre cómo podemos entender la vida como teatro y el teatro como pensamiento en proceso. Y es que pensar siempre ha ocurrido con/en el cuerpo, y es hoy la experiencia más radical que podemos hacer en unmundo signado por la inmediatez y la falsa intensidad de lo espectacular. a los pies del árbol Dramaturgia y dirección: Manuela Oyarzún Intérprete: Patricia Rivadeneira Composición musical: Alejandro Miranda Patricio Melo 63

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