Palabra Pública N°32 sept - oct 2024 - Universidad de Chile

le devuelve esa cualidad absurda que nosotros hemos normalizado. Como ya se ha dicho: en el mito, son los dioses los que se transforman en animales sublimes; en el cuento de Kafka, Gregor Samsa se convierte en un escarabajo mientras duerme. Freud nos enseña que lo que ocurre en el sueño surge de nuestros deseos (reprimidos). Kafka sin duda también lo sabía, aunque siempre se mantuvo alejado del psicoanálisis. En el cuento “Preparativos de una boda en el cam- po”, el protagonista no siente muchas ganas de partir a su matrimonio lejos de la ciudad y fantasea con quedarse cómodamente como ciervo volante o escarabajo sanjuanero en su cama. Gregor Samsa también espera la protección y la salvación de su me- tamorfosis en escarabajo, solo que la familia que le rodea no se lo permite. Para Gregor —como para los dioses—, la transformación en escarabajo es un ardid (inconsciente) para conseguir lo que se le niega en su forma normal: no tener que soportar más los tediosos viajes de negocios y las arbitrariedades de su jefe. Sin embargo, su liberación de estas tareas tiene como precio su aspecto horrible para todos los demás y el repliegue total en suhabitacióndel piso de sus padres, lo que finalmente acaba en sumuerte violenta. En “Pequeña fábula”, el animal, en este caso un ratón, comparte el desti- no del ser humano como un ser caído para el cual no hay salvación —esta perspectiva teológica resuena siempre en Kafka—. El ratón vive en la apertu- ra del mundo, que le asusta. Cuando ve muros que limitan esta apertura, al principio se alegra, pero pronto sien- te que el espacio se estrecha y que al fondo le espera una trampa. El buen consejo del gato, “solo tienes que cam- biar dedirección”, es superdiciónfinal. La paradoja de los relatos de Kafka puede resumirse en la frase: “No hay salida, utilízala”. Para él, esta salida inútil es la escritura, que narra las salidas imposibles: defenderse de una acusación desconocida en El pro- ceso , buscar acceso a lo inabordable ( El castillo ), perderse en una tierra de posibilidades ilimitadas ( América o El desaparecido ). En las historias de sus animales se repite esta imposibilidad de encontrar una salida. En el relato “Un cruce” (Un híbrido), que puede leerse como una contrapartida de La metamorfosis , el “animal peculiar”, que es una herencia de la propiedad pater- na, es “mitad gatito, mitad cordero”. Esta extraña criatura es cuidada por el narrador y acogida por la familia con amabilidad, aunque no tiene ni la utilidad de un gato, porque es rea- cio a las ratas, ni la mansedumbre de un cordero, porque “quiere atacar a los corderos”. En un momento, el narrador descubre algo humano en esta criatura híbrida, percibiendo que intenta comunicarse con él. Fin- giendo haberlo entendido, concluye con esta sorprendente reflexión: “Tal vez para el animal fuera el cuchillo del carnicero una liberación, pero se la tengo que negar por ser un objeto heredado. Por lo tanto, debe esperar hasta que se quede sin aliento por su propia voluntad, aunque a veces me mire como desde unos ojos humanos comprensivos que exigen una acción comprensiva”. Así como la muerte de Gregor fue una redención para la fa- milia, “el cuchillo del carnicero” sería una redención para este animal. Los animales de Kafka no se salvan de la fatalidad que conoce la existen- cia humana; ellos comparten nuestro destino, han perdido la inocencia como nosotros. No obstante, su es- tado animal les hace a menudo más sensibles al sufrimiento que los pro- pios seres humanos. Gregor Samsa como escarabajo, el animal más aleja- do de la especie humana en nuestro imaginario, más que los perros, los caballos y los ratones, no está a salvo de la historia de la fatalidad. Las dos incidencias que aceleran su muerte lo enseñan simbólicamente: cuando la hermana y la madre en ausencia del padre se ponen a desamueblar su cuarto, él sube por la pared para proteger la foto de la dama envuel- ta en pieles, presionando su cuerpo contra el cristal, lo que le crea una “agradable sensación en el caliente abdomen.” En este acto obviamente erótico, la madre lo ve por prime- ra vez en su forma de escarabajo y se desmaya. Al regresar, el padre lo bombardea con manzanas —sabe- mos lo que simboliza la manzana en la tradición judeocristiana— hasta que una de ellas penetra en su cuerpo y provoca la herida mortal. En Kafka no existe un mundo ani- mal independiente ni una naturaleza intacta de la cual podríamos esperar nuestra salvación. Ha perdido toda esperanza romántica. Su sensibilidad ante el destino fatal de la humanidad lo convierte, más bien, en una voz temprana del Antropoceno. Nos habla de la violencia y barbarie humanas, de las cuales no solo nosotros, sino tam- bién los animales, son víctimas. Los animales, es cierto, aúnmás que noso- tros, pues ellos recuerdan el estado de inocencia, una memoria que nosotros hemos perdido. “En Kafka no existe un mundo animal independiente ni una naturaleza intacta de la cual podríamos esperar nuestra salvación. Ha perdido toda esperanza romántica. Su sensibilidad ante el destino fatal de la humanidad lo convierte, más bien, en una voz temprana del Antropoceno”. 48

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