Palabra Pública N°32 sept - oct 2024 - Universidad de Chile

cosas. Claro, la separación de las aguas del mar Rojo co- rresponde a un prodigio de mayor envergadura. Al menos una erupción descomunal. Como la explosión del volcán de la isla Santorini en el período Minoico. Si consideramos eventos de probabilidad infinitesi- mal, prácticamente imposibles, como la resurrección de Jesucristo, ahí sí que se requiere un verdadero desmadre. De la magnitud del choque de un gigantesco asteroide. Y no hay muchos eventos de esta naturaleza. El único que permite el balance energético necesario para explicar tan significativa resurrección es el asteroide que cayó en el golfo de Yucatán a fines del Cretácico. El piedrazo cós- mico que inflamó la Tierra, extinguió a los dinosaurios, que casi acabó con el planeta. Esto habría ocurrido ¡solo para que, millones de años más tarde, para equilibrar la energía, Cristo resucitara! Inaceptable fuego de artificio destinado a consolidar una religión. No puede ser. Me resisto a ese ajuste de cuentas. El denominado “Salvador” murió en la cruz de una vez y para siempre y la energía liberada por el asteroide corres- ponde al insumo de un milagro tan improbable como la supuesta resurrección, aunque infinitamente menos bala- dí: nuestra propia puesta en escena. Este texto es un extracto del libro Sucesos de probabili- dad nula . Fragmentos para una teoría imposible (Editorial Montacerdos, 2023). Jerome Brouillet / afp 33

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