Palabra Pública N°32 sept - oct 2024 - Universidad de Chile

A fines de junio, el académico y director del Instituto de Investigación en Estudios de Sexualidad, Género y la Mu- jer de la U. de Columbia visitó Chile para dictar una cátedra magistral en el Centro de Estudios de Género y Cultura en América Latina (Cegecal) de la Facultad de Filosofía y Hu- manidades de la U. de Chile, donde dio cuenta del estado actual de los debates en torno a los estudios del género. ¿Cómo comienza a aparecer tu voz en la esfera aca- démica? —Conseguí mi primer trabajo en 1991, al principio del auge de la teoría queer . Formé parte de la primera oleada de académicos que, teniendo una formación muy conven- cional, se nos pedía que también enseñáramos estudios queer , género y sexualidad. ¿Cuán influyentes fueron esas primeras explora- ciones? —Me lanzaron a la escena queer de California, don- de pude relacionarme con Judith Butler, Teresa De Lauretis, Eve Sedgwick , entre otros. Tenía menos ex- periencia que ellas, y en aquel momento intentaba encontrar sentido a las diferencias entre las lesbia- nas butch [mujeres que se sienten más cómodas con códigos de género o estilos masculinos] de una época anterior y los hombres trans que empezaban a ser vi- sibles a mediados de los 90. En ese contexto comencé a escribir teoría queer y trans, tanto para un público académico como para un público amplio. La voz que desarrollé fue multidisciplinar e incluso antidiscipli- nar. De adolescente participé del movimiento punk en el Reino Unido y estuve muy involucrado en la escena. Eso me orientó mucho hacia una especie de actitud punk hacia las formaciones disciplinarias. En Masculinidad femenina aportas una lectura nove- dosa sobre la masculinidad, y enfatizas que no es algo que pertenezca solo a los hombres. ¿Existe algún cruce D esde los inicios de su carrera, Jack Halberstam (1961) ha abrazado el cambio radical como for- ma de pensar y de crear nuevas formas de ser. “Hay que imponer cambios radicales por la fuerza, aun cuando son evidentemente necesarios”, dijo durante la pandemia. “Lo único bueno que puede salir de esto es que la gente reconozca que todo necesita cambiar y haga que esto ocurra”, señalaba. Cuánto de esas esperan- zas se hicieron realidad es debatible, pero, a tres años de la pandemia, el académico y teórico queer no ha cesado en su preocupación por la necesidad de transformacio- nes sociales, que además incluyan la aceptación social de las diversidades y la multiplicidad de formas de ser. Un ejemplo es su último libro, Criaturas salvajes (2020), donde amplía los estudios de género al incorporar la idea de lo salvaje, una forma desinhibida de estar en un cuerpo sin la rigidez de las categorizaciones. Partió su carrera como académico de Literatura en la Universidad de California, San Diego, en los años 90. “Era un lugar fantástico, donde tuve que aprender sobre teoría queer , que me permitió pensar en temas que me hacían mucho sentido”, recuerda. En ese nuevo camino, su pri- mer libro, Skin Shows: Gothic Horror and the Technology of Monsters (1995), abordó la monstruosidad gótica como una forma indirecta de hablar de la homosexualidad. Pero sería su segundo trabajo, Masculinidad femenina (1998, tra- ducido al español en 2008), el que le permitió hablar sobre el tema directamente y lo catapultó como una figura esen- cial en el mundo de los estudios de género, al poner el foco en las diferentes formas en que las masculinidades han sido desarrolladas por mujeres. Su obra ha abordado también los estudios trans y queer , los drag kings —artistas que se personifican utilizando ele- mentos entendidos como masculinos— y las formas de representación. Entre sus otros libros se encuentran In a Queer Time and Place (2005), El arte queer del fracaso (2011, traducido en 2018) y Trans*. Una guía rápida y peculiar de la variabilidad de género (2018). 27

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