Palabra Pública N°32 sept - oct 2024 - Universidad de Chile

vivir en cuotas columna S egún la Encuesta Financiera de Hogares (2021), el 57,4% de los hogares en Chile mantiene una deu- da activa, siendo de mayor prevalencia la deuda de consumo, con un 42,5%. Si bien los últimos indica- dores de morosidad proporcionados por la agencia Equifax señalan que en 2024 la cantidad de morosos ha disminuido en comparación con el año anterior, un 25,6% de los mayo- res de 18 años tienen una deudamorosa en Chile. Apartir de tres casos que recogí paraunestudio, intentaré mostrar cómo la experiencia de endeudamientohamoldea- do la vida cotidiana de los hogares de ingresos moderados, entendidos como aquellos en los que uno o más miembros participan en el mercado laboral formal y que, debido a su nivel de ingresos, han quedado fuera del alcance de las po- líticas estatales. Se trata de hogares alejados de las cifras de pobreza, cuyosmiembros se autoperciben como sujetos que deben utilizar sus recursos propios para poder responder a sus compromisos económicos. En este sentido, quiero alejarme de la típica narrativa que presentalosproblemasdedeudacomounafaltaqueseasocia a conductas económicas “irresponsables”. Tampoco quiero reducir las deudas al simple resultado de un “accidente de la vida” —como la pérdida de un empleo, una enfermedad o un divorcio—que puede golpear a cualquiera en cualquier momento, ya que estas explicaciones amenudo ignoran que el pago en cuotas es una suerte de “red de protección” para muchos hogares donde los ingresos simplemente no son su- ficientes. Las tres historias que presento son de familias que tomaron decisiones financieras y que, por diversas razones, vieron cómo su situación económica se complicó. Cristina (42) está separada y vive en un departamento en un sector de clase media en Concepción. La primera vez que nos vimos, estaba afligida. El peso de las deudas, cuen- ta, empezó a sentirlo tras su separación. Se casó joven con un hombre que la engañó. Poco antes de enterarse, había cambiado el auto. Quería complacer a su marido, quien se quedaba en la casa cuidando a su hija pequeña. Cristina llevaba las cuentas, era la titular de las tarjetas, tenía a su nombre el crédito hipotecario. Cuando su marido se fue, quedó con un cúmulo de deudas, todas a su nombre. Vendió su departamento, el auto y se declaró en quiebra. Desde 2017 no tiene tarjetas de crédito. A pesar de ello, con- tinúa acumulandodeudas. Suhija, desde lapandemia, sufre problemas de salud mental. El miedo a que atentara contra su vida mantenía a Cristina en permanente estado de aler- ta. Se tomó todas las vacaciones y los días administrativos para cuidarla. Pero también tenía que costear su tratamien- to: 60mil pesos cada consulta del psiquiatra, 200mil pesos las idas a Urgencias y un gran etcétera que sumaba el 50% de sus ingresos mensuales. A Cristina no le alcanza con su sueldo —que por entonces bordeaba el millón—, y para responder a las emergencias acudía a familiares y amigos que le hacían préstamos que iba pagando en la medida de sus posibilidades. En nuestra última entrevista, le pregunté si volvería a tener tarjetas de crédito, y me respondió: “Sí, son una seguridad económica con la que podría costear los cuidados de mi hija sin tener que estar pensando de dónde sacaré la plata cuando vamos camino al hospital”. Andrea (32) tuvo su primera tarjeta de crédito cuando es- taba en el último añode universidad. Con sus amigos tenía la costumbre de ir turnándose para pagar la celebración de los cumpleaños del grupo. Esemes le tocaba a ella. Por entonces ya eramadre, tenía un trabajo demedio tiempo y no le alcan- zaba para costear los gastos de la fiesta. Un amigo, que era bombero en una bencinera, le dijo que sacara una tarjeta del retail porque él podía “hacer mover los numeritos de la má- quina de bencina”, y que por un cargode 10mil pesos le daría el resto del cupo de la tarjeta en efectivo. Andrea lo hizo, le dieron su tarjeta, pudo celebrar a su amigo y obtuvo su pri- mera deuda, que fue creciendo con los años. Según cuenta, En Chile, la experiencia del endeu- damiento ha moldeado la vida de los hogares de ingresos moderados. Pagar a plazos es una estrategia habitual para acceder al mercado de bienes y servicios, sin embargo, al menos para un grupo, es una costumbre que no va necesariamente vinculada a garantías de pago. lorena pérez roa Doctora en Ciencias Humanas por la U. de Montreal. Académica del Depto. de Trabajo Social de la U. de Chile. Sus líneas de investigación son el endeudamiento en el Chile contemporáneo, estrategias económicas y economía doméstica. 22

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