Palabra Pública N°32 sept - oct 2024 - Universidad de Chile
ción lasélitespolíticasyanoconsiguen gobernar, ni las económicas comprar, ni las intelectuales explicar. Es interesante observar cómo Adam Curtis, partiendo del mismo concepto, usa una estrategia narrativa distinta, si no contraria. A diferencia de Yur- chak, que buscó en el subsuelo de lo visible, Curtis semueve por lo eviden- te y epidérmico, por imágenes que los medios bombardean sobre nosotros. De hecho, su crédito en HyperNor- malisation es como editor, no como director, dado que no “crea” ninguna imagen (todas salen de internet). De aquí que, él también, acuda a los her- manos Strugatski y Tarkovsky para hablar de esa zona en la que estaría emplazado un orden mundial que es capaz de crear sus propios enemigos. Un “régimen” cuyo destino fatal no estará —pese a su propia propagan- da— en las incursiones bárbaras que vienen del otro lado del mundo, sino en su lógica interna. Un orden que no caerá por invasión, sino por implosión. Y todo, gracias a unas construccio- nes occidentales que van desde los talibanes hasta Muamar el Gadafi, pasandopor amplias zonas del terroris- mo, las finanzas, los diferendos entre Occidente y sus periferias, las distintas complicidades entre capitalismo, auto- ritarismo, medios de comunicación e incluso universidades. Como sucedió en la urss, el siste- ma “no sabe” o no quiere saber de su desplome. No se conoce a sí mismo, pues se ha basado en la fe de la eterni- dad, en estar hecho “para siempre”… Hasta que un buen día deje, como su antiguo enemigo, de existir. Alexei Yurchak nació en Le- ningrado, ahora —otra vez— San Petersburgo. La ciudad del Hermitage y la Casa de la Moneda, de Vladimir Nabokov y Joseph Brodsky, de Pedro el Grande y Vladimir Putin. Digamos que es oriundo de esa gran concen- tración de cultura y poder de la Rusia zarista, de la soviética y de la post- soviética. Es, asimismo, profesor en el Instituto Tecnológico de Massa- chusetts, donde ha continuado sus pesquisas, siempre singulares, pro- pias de un pensamiento que se niega a jugar con las cartas marcadas del binarismo al uso. En esas indagaciones, Rusia y el mundo, Occidente y sus alrededores, son al mismo tiempo antagónicos y espejos mutuos. No son entidades se- paradas o compartimentos estancos, sino que están hiperconectados. Uno desusestudiospuedeconcentrarseen loqueha dadode sí elMausoleode Le- nin en términos históricos, estéticos, culturales, económicos, psicológicos o cotidianos. Un compendio de la ico- nografía mortuoria de la revolución y el comunismo, cruzado por la Gue- rra Fría, el arte contemporáneo, la ciencia forense, la terapia de choque neoliberal o la mafia rusa. Un operador de la Bolsa de Nueva York el 15 de septiembre de 2008, en pleno estallido la crisis económica mundial más grande desde la Gran Depresión de 1929. Crédito: Spencer Platt/Getty Images/afp. A la derecha, portada del libro Todo era para siempre hasta que dejó de existir , de Alexei Yurchak, editorial Siglo xxi. “Todos estos modelos [en crisis] asumen diversas formas de capitalismo, todos exhiben una merma preocupante de la democracia. Y en todos, las élites han sido rebasadas, en medio de una marea que arrastra aquellas cosas que parecían tan permanentes como sus, supuestamente, eternos modelos”. 20
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