Palabra Pública N°32 sept - oct 2024 - Universidad de Chile

Y fue allí, en esa zona infinita de los temas supuestamente menores, donde Yurchak encontró su anti-Ga- topardo. Donde —a la manera de los hermanos Strugatski o Andrei Tarkovski— detectó ese emplaza- miento bajo el cual, tras una aparente inmutabilidad, todo se estaba trans- formando realmente. El lema de aquella hipernorma- lidad pareció ser este: “que nada cambie para que todo cambie”. Pero… Todo era para siempre hasta que dejó de existir no quedó, exclusivamente, como un libro sobre la implosión del comunismo. Casi veinte años des- pués del fin de la urss, en 2008, se vino abajo Lehman Brothers. El crack financiero encendió todas las alarmas y plantó la duda sobre la extendida superstición de que el capitalismo —ufano de su victoria en la Guerra Fría— sería, también, “para siempre”. Fue, entonces, que el cineasta y escri- tor británico Adam Curtis fagocitó la palabra de marras, hasta el punto de titular así su famoso documental sobre la crisis del capitalismo tardío: HiperNormalisation . La hipernormalización se convirtió, entonces, en un concepto capaz de ex- plicar las crisis respectivas de los dos sistemas antagónicosdel sigloxx.Una definición capaz de captar ese instante en el cual las élites, muchas de las cua- les seguíanhablando por una sociedad a la que presagiaron un presente libe- ral infinito, se vieron dinamitadas por la eclosión de distintos modelos para armar el mundo. El neoliberal, por su- puesto; pero también el modelo chino y el oligárquico ruso, el socialismo del siglo xxi o las teocracias capitalistas del mundo árabe, el patriarcado o una cultura que hoy ha dejado de regirse por los recetarios de la vencida figura del intelectual orgánico. A la altura de la tercera década del siglo xxi, ¿qué tienen en común estos modelos? Pues que a todos se les han sublevado sin contemplaciones. En Ecuador, contra el fmi. En Chile, con- tra las élites. En Hong Kong, contra la China capitalcomunista. En Nica- ragua, contra un presidente y exlíder del sandinismo (otrora modelo de re- volución por las armas, pero sometida más tarde a las urnas). Y contra la nor- malidad o el cambio climático... Hay otras coincidencias: todos estos modelos asumen diversas formas de capitalismo (casi siempre clientelar), todos exhiben una merma preocu- pante de la democracia (generalmente liberal). Y en todos, las élites han sido rebasadas, enmedio de unamarea que arrastra aquellas cosas que parecían tan permanentes como sus, supuesta- mente, eternos modelos. Es, aquí, donde el proyecto intelec- tual de Yurchak deja de ser un asunto exclusivo del fin de la Unión Soviética y se estira hasta el presente para dar cuenta de unmundo cuya transforma- El expresidente soviético Mijaíl Gorbachov y su esposa Raisa junto a Mickey y Minnie Mouse en la entrada de Tokyo Disneyland, en 1992. Crédito: Yoshikazu Tsuno/afp Photo 19

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