Palabra Pública N°32 sept - oct 2024 - Universidad de Chile

Y toda comparación, como señalaba Marc Bloch, implica convergencias y divergencias. ¿Qué utilidad les ve a los usos actuales de la palabra “fascismo”, considerando que nadie o casi nadie diría hoy de sí mismo que es fascista (“antifascista” es otro asunto)? —Para limitarme al caso italiano, el hecho de que [la jefa de Gobierno] Giorgia Meloni haya mantenido el símbolo de un partido neofascista para su partido y que se abstenga de pronunciar la palabra “antifascista” son síntomas importan- tes que nos llevan a analizar lo que esconde un término tan extendido como “soberanismo”. Elementos como lamanipu- lación de la opinión pública, la exclusión de las instituciones parlamentarias, el intento de controlar las instituciones le- gales, la insistencia racista en la identidad italiana, sugieren una analogía parcial con el fascismo, aunque en un contexto histórico completamente diferente. Asimismo, analizar los programas políticos de figuras como Donald Trump y Benja- minNetanyahullevaríaaresultadosconvergentesydistintos. La letra mata examina la cuestión del anacronismo: el uso de categorías del presente para abordar problemas y procesos que tuvieron lugar hace siglos. ¿Es un “error por anacronismo” la subjetividad de la que habla el his- toriador suizo Jacob Burckhardt a propósito del arte renacentista (y que su libro rescata)? —Quisiera aclarar este punto. En mi opinión, los historiadores parten inevitablemente de cuestiones re- lacionadas con el presente, y por lo tanto anacrónicas (ahí está el caso de Burckhardt). Pero un examen de la documentación nos permite reformular esas preguntas, proponiendo respuestas menos anacrónicas. Este diálogo entre preguntas y respuestas, del que se alimenta la inves- tigación, es potencialmente interminable. ¿Qué tan fácil es caer en una trampa si pretendemos comprender a las personas del pasado en sus propios términos? ¿Qué tanto puede ayudarnos una relectura de los textos de ese pasado, y cómo debería encaminar- se esa lectura? —Yo respondería: practicando la lectura lenta, es decir, la filología, como señalaba Nietzsche, filólogo antes de con- vertirse en filósofo. Pero la filología implica distancia, y las herramientas de la distancia sonmuchas. Yome he centrado en una particularmente poderosa, el extrañamiento, en un ensayo incluido en Ojazos de madera (2000). Usted ha habla- do de trampas, y creo que la empatía —un término hoy de moda—es una trampa, porque da por sentado que la distan- cia puede ser abolida. La filología va en la dirección opuesta. La noción de identidad, escribe usted en La letramata , es “hoy más que nunca, una herramienta política, pero su valor analítico es nulo”. ¿A qué apunta con este jui- cio? ¿Le parece que supropia identidad judeoitaliana ha tenido unamayor centralidad de la que debería? —El término “identidad” se usa hoy, en singular, como arma contra el mestizaje. Una perspectiva racista verá en la identidad “judeoitaliana” que usted me atribuye un caso de mestizaje. No tengo nada que objetar a esta formula- ción, siempre y cuando sigamos por esta vía, mencionando (como he argumentado) también mi pertenencia a la espe- cie animal Homo sapiens , a su mitad masculina, a mi origen social, al conjunto de profesores de historia nacidos en Tu- rín, etcétera. A este ritmo, llegaremos a un conjunto de un solo miembro: el propietario de sus huellas dactilares. Pero para un estudioso de la historia, este conjunto, excepto en contextos muy particulares, es insuficiente. Lo que hay que investigar es el entrelazamiento de lo que hay en nosotros de único con lo que hay de genérico (y así, gradualmente, menos genérico). Federico Parra/afp 13

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