Palabra Pública N°31 mayo - junio 2024 - Universidad de Chile

Isabel Matamala, recién egresada de Medicina; algo así como el instante en que se inicia su militancia en el mir. Es una secuencia articulada desde lo sonoro-musical e idiomáti- co, pues Ormazábal opta por hacer que el personaje de Freire hable en portugués, jugando así con la sen- sualidad de la lengua. Se trata de una escena muy bien lograda, porque de forma sutil muestra la diferen- cia entre el militante de izquierda masculino, lleno de citas y lugares comunes ideológicos, y las militan- tes mujeres, que intentan resistir frente a esa arrogancia discursiva. La segunda secuencia de la obra cuenta la travesía de María Isabel desde su clandestinidad hasta su de- tención y tortura, en Villa Grimaldi. Aquí, la directora asume un riesgo interesante para referir el horror de la prisión, pues le deja al espectador preguntas abiertas sobre los límites o las posibilidades de representar una experiencia que podríamos definir inenarrable. El trabajo de las actrices y actores colabora en este sentido, ya que oscila entre la construcción de personajes reconocibles y la elabora- ción de coreografías gestuales, con las que se busca dar cuenta de esa di- ficultad del lenguaje para nombrar lo traumático. A esto se suma el notable trabajo vocal. En paralelo, proyeccio- nes de textos informan cada tanto los contextos históricos necesarios para armar la situación. La dramaturgia escénica se completa con interven- ciones muy bien escogidas de la voz de María Isabel. La tercera secuencia parte con el traslado de la doctora al campo de concentración de Tres Álamos. En este punto ocurre lo medular del montaje: apareceaquelloquenosequiereoír.En efecto, María Isabel Matamala lideró, junto a otras compañeras detenidas, una investigación para indagar en sus experiencias comomilitantes mujeres en el mir, en la que participaron más de cien reclusas. Las conclusiones fueron reportadas al Comité Central y se extraviaron en dos oportunida- des, y hoy queda solo el testimonio de aquellas que fueron parte de la investigación. Este increíble trabajo evidenciaba la matriz patriarcal de las lógicas de poder que operaban en los partidos de izquierda, como también su incapacidad de asumir esta crítica. Con una dramaturgia muy bien armada, en la que los antecedentes documentales son integrados en la acción dramática, el montaje desnu- da con irónica lucidez este aspecto del mito revolucionario. Pero la obra no busca convertir ese aconteci- miento en una anécdota del pasado. Por el contrario: busca hacer presen- te las contradicciones que también hoy, en el marco de un proceso constitucional fracasado, persisten. Ormazábal trabaja sobre esta memo- ria almacenada para convertirla en una pregunta urgente por el presen- te, por la forma en que construimos memoria borroneando líneas de un guion; y para que nos pregunte- mos hasta qué punto el lugar de las mujeres ha sido valorado en la cons- trucción de la épica revolucionaria. María Isabel es un montaje que me- rece una especial mención dentro de la enorme proliferación que hubo en 2023 de lo que podría llamarse “dis- curso de efeméride”. En contra de una memoria de fachada, este mon- taje nos muestra que no hay silencio que dure cien años; que, al final, la vibración de las voces marginadas por la historia oficial se dejará oír. Quizás esta puesta en escena sea el inicio de futuras exploraciones que releven también la experiencia de las militancias femeninas populares, de las dirigentas poblacionales, de las que organizaron ollas comunes y de los cientos de mujeres anónimas que merecen un nombre propio y un lugar protagónico en una historia so- cial aún por construir en Chile. maría isabel Dirección: Ana Luz Ormazábal Dramaturgia: Juan Pablo Troncoso Elenco: Camila González Brito, Marcela Salinas, Esteban Cerda, Mariela Mignot Daniel Corvillón 63

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