Palabra Pública N°31 mayo - junio 2024 - Universidad de Chile
palabra crítica P odríasonaranacrónico iniciar este nuevo ciclo de críticas con un montaje del año an- terior, y que, además, estuvo enmarcado en la conmemoración de los 50 años del golpe militar. Lo cierto es que nos hemos acostumbrado a con- siderar esta fecha como una efeméride que debe ser recordada oficialmente solo cada diez años. Sabemos que el olvido es inevitable y que, según pa- sen las generaciones, las vivencias de esos tiempos perderán fuerza. Es por ello que toda elaboración de me- moria supone una selección de qué contar o qué representar. Pero nada desaparece por completo. La teórica alemana Aleida Assman habla de dos modos complementarios de la me- moria cultural. Por una parte, aquella habitada, que denomina memoria funcional, y aquella inhabitada, que llama memoria de almacenamiento. Mientras la primera forma parte de una práctica actual y consensuada de modo oficial, la segunda se refiere a lo descatalogado, al dato suelto o lo que no está dentro de una narrativi- dad, pero puede llegar a estarlo, pues los contenidos de estas memorias son conmutables: lo que en algún momento es un contenido oficial, en otro deja de serlo y los datos alma- cenados son integrados en un nuevo relato. Este es el caso de la obra Ma- ría Isabel , estrenada el 31 de agosto de 2023 en la sala A2 del gam. La pieza, dirigida por Ana Luz Or- mazábal, fue escrita por Juan Pablo Troncoso a partir de una idea de la di- rectora y de la actriz Camila González Brito. Cuenta la historia de María Isa- bel Matamala, una médico feminista, militante del mir y sobreviviente de Villa Grimaldi. En base a una amplia investigación historiográfica —que incluye el testimonio de la propia pro- tagonista—, el montaje reconstruye lo que podríamos llamar la “historia de la militancia” de la doctora, que se cuen- ta de forma más o menos cronológica, seleccionando hitos emblemáticos de su vida. Así, de manera fragmenta- ria, vamos armando el tejido de esta microhistoria que, a su vez, es repre- sentativa de una trama mayor, pues lo que le ocurre a María Isabel coinci- de con el relato de muchas y muchos chilenos que resistieron a la dictadu- ra en la clandestinidad, que fueron detenidos, salvajemente torturados, encarcelados, apresados en campos de concentración y, en varios casos, inclu- so arrojados almar desde helicópteros. Al igual que en montajes anterio- res, Ana Luz Ormazábal se sirve de la música y del sonido para articular la puesta en escena. Esto se materializa a través de la presencia permanente de un músico encargado de la sono- rización (José Manuel Gatica), quien además tiene la función de crear las transiciones y la continuidad entre escena y escena, y de construir atmós- feras afectivas que encauzan nuestra lectura. Sobre el escenario, en tanto, se emplazan tres objetos que parecen una bocina o un corno de gramófo- no, evocando una escultura de Luigi Russolo, y que resultan ser una bella metáfora de la escucha, pues también recuerdan la forma del vestíbulo del oído y su canal. Es como si la direc- tora quisiera decirnos que el mayor dolor de la protagonista no fue tan- to la tortura, sino la sordera del oído dominante y patriarcal de los propios compañeros, que borró de su espectro sonoro las voces y las denuncias de las mujeres. Las actrices en todo momen- to vocalizan, se lamentan y cantan a esas orejas gigantes, obligándolas a escuchar aquello que no desean oír. Es posible dividir la puesta en es- cena en tres grandes secuencias. El montaje abre con una escena magis- tral: el relatode una clase clandestina del conocido educador popular Pau- lo Freire —en momentos en que era perseguido por la dictadura brasile- ña—, a la que asiste una joven María María Isabel, de Ana Luz Ormazábal No hay silencio que dure cien años teatro mauricio barría Dramaturgo e investigador teatral. Doctor en Filosofía conmención en Teoría del Arte y Estética de la U. de Chile. Profesor asociado del detuch. 62
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