Palabra Pública N°31 mayo - junio 2024 - Universidad de Chile
ideológico, Gálvez aborda la relación civilización/barbarie, pero realiza una suerte de lectura “inversa”, don- de no hay contraparte ni enemigos. En ese sentido, podría decirse inclu- so que la película es un antiwestern , ya que expone la ideología de la matan- za y deja en evidencia el odio hacia el Otro y la pulsión irracional de la vio- lencia. Pero es precisamente en este ámbito donde la película es ambigua, moviéndose entre la ironíaposmoder- na y la denuncia histórica. La sección final de la trama es, de hecho, un in- tento de ratificación de eso último, a través de una singular elipsis y de un cambio en el punto de vista narrativo, que sitúa a Menéndez en un diálogo con un emisario del Estado (Marcelo Alonso) varios años después. El nuevo proyecto de República busca instalar la ley en el territorio salvaje, pero para ello es necesario dar cuenta de los crí- menes cometidos bajo las órdenes del estanciero. En una medición de fuer- zas entre ambos, llegan a un acuerdo de renovación de la concesión, siem- pre y cuando el emisario pueda entrevistarse con los selk’nam. Es ahí cuando volvemos a ver a Segundo, quien se había escapado con Kiepja, una indígena selk’nam que trabajaba para unos soldados ingleses, y quien confiesa en la conversación con el en- viado del Estado su participación en varios crímenes cometidos en años anteriores. Si bien esta última parte es inte- resante a nivel de guion —al jugar con el punto de vista para darle más espesor al discurso histórico—, la denuncia queda reducida a un par de (¿necesarias?) imágenes crudas de asesinatos de indígenas y dos se- cuencias testimoniales al cierre. La primera, la confesión del mestizo; la segunda, un plano final de Kiepja, que enuncia una suerte de resistencia silenciosa y funciona como un llama- do a la consciencia del espectador. El filme no termina por decidirse entre estos dos tratamientos, el de la expo- sición cruda y el del testimonio. Y, por cierto, aquí los selk’nam no son más que un gran Otro abstracto al servicio de la ficción central de los perpetra- dores, abriendo una pregunta sobre su revictimización cinematográfica, y su eliminación como sujetos. Aunque Los colonos no esconde sus virtudes —una sólida puesta en escena, la capacidad de crear un am- biente fantasmagórico y onírico, un excelente manejo de climas y tiem- pos del relato—, la película termina movilizando una cierta estética de la crueldad cuyo fin es ambiguo, pues queda la duda respecto de cuál es la intención: mostrar el salvajismo del hombre blanco o explorar el impacto estético de la violencia explícita; ha- cer una relectura crítica del western en clave poscolonial o realizar un ho- menaje cinéfilo y estudiado al género para cierto goce posmoderno. Por úl- timo, si se trata efectivamente de una denuncia histórica sobre el genocidio selk’nam o si es más bien un escena- rio idóneo para la demostración de un virtuosismo cínico y formal. los colonos 2023, Chile, 97 minutos Dirección: Felipe Gálvez Guion: Felipe Gálvez, Antonia Girardi Elenco: Alfredo Castro, Camilo Arancibia, Mark Stanley, Benjamin Westfall, Marcelo Alonso, Mariano Llinás, Luis Machín Productora: Don Quijote Films, Rei Cine, Snowglobe Films 61
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