Palabra Pública N°31 mayo - junio 2024 - Universidad de Chile

C ada vez que en algún fes- tival de cine o función especial se exhibía Mal- queridas (2023), previo a su estreno comercial, las salas se llenaban y los conversatorios tras las proyecciones eran entusiastas. La película de Tana Gilbert convo- caba a un público —cinéfilos en su mayoría, pero también algunos jóvenes y adultos en búsqueda de programaciones culturales— que no necesariamente suele ser efusi- vo. ¿A qué se debe este ánimo en los espectadores?, ¿un entusiasmo fe- minista?, ¿una preocupación por la situación carcelaria?, ¿la necesidad de revisar otros modos de pensar la maternidad?, ¿lo atractivo de ver una película realizada a través de cá- maras de celular?, ¿su condición de imágenes prohibidas o destinadas a su ocultamiento? Posiblemente un poco de todo ello, y veo en estas ga- nas de reunirse a observar imágenes sobre la convivencia de mujeres en las cárceles una suerte de demanda —más o menos consciente— por un encuentro de afectividades exten- didas, heterogéneas, que escapan a los patrones hegemónicos y/o desalmados, y que tanto estamos necesitando. La película convoca desde su temática y su formato —en un contexto dominado por la cruel- dad en las redes “antisociales” y sus modos visuales y textuales— a un público dispuesto a salirse de sus dispositivos para ir a un espacio compartido: el de la sala de cine. Malqueridas es un documental sobre mujeres privadas de libertad que son madres. El filme registra a les niñes que nacen en la sección materno-infantil de la cárcel, quie- nes pueden quedarse ahí hasta los dos años. Expone cómo se vive esa difícil separación con sus madres, y cómo ellas intentan mantener el contacto desde la prisión; así como también la forma en que es posible hacer una cotidianeidad como reclu- sas, generando y explorando afectos mediante relaciones en que las pro- pias compañeras se transforman en madres o hijas sustitutas, e incluso en camaradas de vida. La película está enteramente rea- lizada con fotografías y videos que hicieron las mujeres al interior de la cárcel con celulares. Se trata de “imágenes pobres”, en términos de Hito Steyerl, ya que son de baja ca- lidad, grabadas de manera amateur , muchas veces movidas, desenfoca- das, con poca luz. Pero también son prohibidas, ya que el registro en imágenes no está permitido en las cárceles chilenas, por lo que pueden ser requisadas o fácilmente perdidas, condición que impulsó a la direc- tora —como menciona al inicio del documental— a darles un espacio material permanente. Para ello, im- primió todos los videos y fotografías con el fin de generar una suerte de archivo que garantice su resguardo. Todas son imágenes realizadas, ade- más, en formato vertical, rescatadas de sus varias marginalidades: la de ser capturadas por mujeres que regis- tran su propia vida de exclusión, la de no estar permitidas, la de ser graba- das con cámaras de baja calidad. Malqueridas está narrada por una de las prisioneras, Karen Sánchez (hoy en libertad), quien cuenta la ex- periencia de ser madre en la cárcel, y si bien lo hace en primera persona, todo el relato es una combinación de laura lattanzi Académica del Departamento de Teoría de las Artes de la Universidad de Chile. Doctora en Filosofía conmención en Estética y Teoría del Arte. Se ha especializado en teoría estética, teoría política y artes audiovisuales. Malqueridas, de Tana Gilbert Imágenes requeridas cine palabra crítica 58

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=