Palabra Pública N°31 mayo - junio 2024 - Universidad de Chile

la tía la cansa cocinar tanto. Quisiera que la nena la ayude, pero a los brasile- ños les molesta ver trabajar a un niño. En Brasil está prohibido el trabajo infantil”. Las frases cortas y sencillas construyen un mundo que parece transparente y claramente ordenado: por un lado, está la casa grande con los dueños, sus invitados y el misterioso Padrino que aparece a la hora de la te- lenovela y ejerce un poder indudable sobre el resto; por otro, está el mundo de la tía, la nena y el perro, excluidos del lujo y las comodidades. Como solo accedemos a lo que piensan estos dos últimos, y en menor medida la tía, al leer nos convertimos también en espectadores de la vida fácil y despreo- cupada de los dueños de casa. El equilibrio entre estas dos rea- lidades empieza a tambalear con la llegada de “el invitado” y su mujer. La piscina se convierte en el centro de la acción, en el escenario en el que em- piezan a colisionar el universo de la niña y su perro, y el de los brasileños. Su fondo negro anuncia desde la pri- mera página las historias, pulsiones y deseos ocultos que van a desbaratar la organización simétrica del espa- cio y sus habitantes. Intuimos que la atracción de la nena por la alegría y la ligereza brasileñas tiene que ver con una historia dolorosa que emerge a medida que avanza el relato. El fon- do oscuro de la piscina se relaciona también con el misterio de la muerte de su madre, con las noticias sobre la desaparición de otra pequeña de su misma edad, con la violencia sugeri- da en la relación entre el visitante y su mujer, y de este hacia la niña. Un gran mérito del libro es su capacidad de sumergirnos en una atmósfera que se va enrareciendo progresivamente, y que muestra sin necesidad de decla- raciones explícitas las exclusiones y represiones que deben activarse para sostener la vida de “Bilz y Pap” de los brasileños de la casa grande. El perro merece una mención espe- cial en esta historia. La primera parte del libro se sostiene en gran medida en la contraposición entre los pen- samientos del animal y las fantasías de la nena, así como también en la profunda conexión que existe entre ambos. El perro piensa, habla con la chica, la comprende, la acompaña, la cuida. Cuando ella se siente sola, él “le apoya la punta de la pata sobre la pierna, para consolarla. Tiene ganas de llorar por la soledad de la nena. Siente una lágrima caliente que se desliza por el hocico. Es un perro me- lancólico. Le gustaría que no fuera así. No sirve ese sentimiento. No ayu- da a la nena. Él ahora se podría poner a saltarle alrededor y ella se sentiría acompañada de veras. A él lamenta- blemente no le sale. No es ese tipo de perro”. Es un perro tristón y reflexivo, pero finalmente son sus intuiciones y su instinto de protección los que movilizan la trama y precipitan los acontecimientos del segundo acto del libro. En este, las barreras invisibles y en apariencia infranqueables que separan el mundo de la servidumbre uruguaya y el de los patrones bra- sileños empiezan a caer; el orden se desestabiliza y la violencia contenida de la primera parte se va transmutan- do y haciendo explícita. Así, a través de la historia de una nena, un perro, una casa y su piscina, Paloma Vidal desmonta las caretas de un mundo sustentado en las apariencias y en el trabajo servil de quienes observan sin ser vistos. la banda oriental Paloma Vidal Bastante, 2022 88 páginas 53

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