Palabra Pública N°31 mayo - junio 2024 - Universidad de Chile

la vitrina Pensar con las manos , enMAC Quinta Normal. Notas para una cartografía imaginaria de los fiordos, de Emilia Pequeño Roessler. Vaso Roto, 2024. Febrero, de Bernardita Muñoz. Overol, 2023. Hasta mediados de agosto estará abierta esta sala interactiva, inaugurada en el marco de un proyecto entre la Unidad de Educación del Museo de Arte Con- temporáneo (EducaMAC) y el Museo de Arte Popular Americano. La iniciativa contempló dos residencias de arte+educación en la Región de Valparaíso junto a alumnos de la Escuela La Greda (Puchuncaví) y del Colegio El Melón (Nogales). Con el apoyo de docentes y profesionales, se realizaron propuestas artísticas en torno a los cuidados, entendidos como un trabajo fundamental para los humanos y otras formas de vida. En la exposición se presentan objetos pensados como su- jetos. Esta idea, proveniente de la cosmología andina —que plantea una relación de cuidado mutuo entre objetos, animales, plantas y seres humanos— invita a imaginar historias de refugio y contención. El enfoque, además, está puesto en el aspecto regenerativo, pues ambas escuelas se encuentran cerca de zonas de sacri- ficio. Entrada liberada. Matucana 464, Santiago. —Domingo Fuentes “No escribáis poemas de amor”, exhortaba Rainer Maria Rilke en sus Cartas a un joven poeta (1929), ya que “es necesario contar con una gran fuerza ymadurez para ofrecer algo propio allí donde se cuenta conuna tradición amplia y de calidad”. En su segundo libro, Emilia Pequeño Roessler logró sortear el escollo. Notas para una cartografía de los fiordos , publicado tras ganar el Premio de Poesía Joven Vaso Roto 2023 en México, se sirve de la imagen de un accidente geográfico para renovar un tópico tan antiguo como gastado: el amor y los modos de amar. “un fiordo / es también una herida / producida en el corazón”, escribe Pequeño. Mediante sí- miles y figuras que invocan la presencia de la naturaleza, la obra también explora los hábitos de representación y los límites que estructuran nuestro conocimiento —“desgajo un trozo de naturaleza / para llamarlo paisaje”—, en un intento por expandir el imaginario en torno al amor, un sentimiento que, si bien no se salva del “impulso cartográfico”, resulta indescifrable. —José Núñez El pasado mes de marzo parecía no acabar. Por eso siempre es bueno recor- dar que existe Febrero , un libro inolvidable por su ritmo, sus olores y sabores, por los personajes y lugares. Domésticos. Mínimos. Nada en él es estridente. Se trata de historias que nos trasladan a algún balneario más o menos inde- terminado de la costa chilena, que transcurren a paso playero. Pero en esa cadencia se cuela el retrato de una sociedad y sus grietas de género y de clase, así como las relaciones complejas entre madres e hijas. Febrero no tienen ni una pizca de nostalgia. No romantiza la vida en la playa, ni de los lugareños ni de los pasajeros en tránsito veraniego. Son historias breves, que a veces huelen a crónicas o entradas de diario, y transitan, reposadamente, a través de lugares (el club de yates, la playa chica, la playa grande, el almacén, el taller, la balsa), casas (de dos pisos, de madera, de cemento, en el bosque, de adobe) o eventos, como el año nuevo o los juegos mecánicos que evocan la costa chilena. —Claudia Lagos 46

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